01. El silencio que sofoca las mentiras | Parte 2

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Jouko estaba seguro de que su presencia allí era por las razones adecuadas

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Jouko estaba seguro de que su presencia allí era por las razones adecuadas. Mientras se decidía entre pedir el café en lo que aparecía su amigo o mantener la educación y fingir que acababa de llegar, se preguntó no por primera vez si no había exagerado con su reacción, si no estaría generando una preocupación innecesaria. Estaba a tiempo de cambiar el rumbo de la conversación porque no había revelado sus intenciones reales, pero algo le decía que estaba en el lugar correcto, haciendo por los demás lo que no podía hacer por él mismo.

La mañana le había dado oportunidades de sobra para cancelar aquel encuentro, pero las había evitado a todas; si bien no se trataba de su hermana, sí era la hermana de alguien más. Y mientras meditaba cómo dar la noticia, más amarga le sabía la verdad que había masticado desde que se había sentado a aquella mesa: su intento de protección era en realidad una súplica.

—¿Está seguro de que su acompañante vendrá? —le preguntó una chica joven, sonriente, con una blusa del mismo celeste que las paredes de la cafetería. Usaba el cabello recogido y la compasión que transmitía su mirada hacía que pareciera incluso más pequeña.

—Está en camino —aseguró.

—¿Entonces esperará unos minutos más antes de ordenar?

Le hubiera encantado conocer la historia que ella desarrollaba en su mente. En aquellos ojos habría una razón para cada una de las acciones que él había ejecutado desde el momento de cruzar la puerta, desde suspiros imperceptibles hasta cambios de posición que se acompañaban de alguna expresión de molestia. Ella no conocía las razones, pero la empatía que expresaba hacía parecer que creía lo contrario.

Un mensaje de texto interrumpió su respuesta. «Acabo de estacionar», decía. En lugar de la réplica enigmática que iba a darle a la desconocida, pidió el desayuno para dos. La joven lo tomó con una media sonrisa y se alejó sin agregar palabra, con los tacones de sus botas tocando el suelo cada medio segundo en un tempo calculado.

Jouko volvió a suspirar. La mañana se le estaba deshaciendo en suspiros y cada uno se llevaba más calma que el anterior. El primero había sido al ver que su hermana se preparaba para salir a la calle, indecisa. Había tomado el desayuno sin prisa, como si intentara postergar el momento, y él había considerado acompañarla. El siguiente lo asaltó cuando la oyó decir las palabras que resonarían en su mente durante el camino a la cafetería y que le robarían dos o tres suspiros más.

Se oyó una campana y el cabello largo hasta los hombros de Ismo se asomó por la puerta. La sonrisa en su rostro hizo que Jouko considerara por última vez si estaba allí sentado por las razones correctas.

—No sé cómo saludarte —reconoció Ismo al momento de sentarse—. No sé si felicitarte o decirte que lo siento, pero aquí me tienes para lo que sea.

Se permitió sonreír él también. Por un instante se preguntó si la chica que ahora traía las dos tazas humeantes había adivinado cómo seguiría el encuentro. Le agradeció y esperó que sus pasos ya no fueran audibles para responder.

Susurro de fuego y sombras (Legados de Alkaham #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora