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Después de tanto tiempo regresaría a mi antiguo hogar.

Por trabajos de mis padres tuve que irme de mi ciudad por dos años, pero gracias a ese mismo trabaja hoy emprendía rumbo hasta mi ciudad natal.

Mi felicidad era en gran cantidad y excesivamente notoria.

La idea de saber que volvería a ver a mis viejos amigos me consumía, llenándome de alegría.

Durante estos dos años me mantuve en contacto con ellos, me mantenían al tanto de todo lo que pasaban, y me gustaba aquello, saber que no me habían olvidado y que me hicieran sentir que nunca me había ido.
Pisar de nuevo mi vieja casa fue una sensación de pura paz, el ambiente seguía estando igual a como me fui, todo era hermoso.

A pesar de que las clases ya habían iniciado hace dos meses me permitieron ingresar de todas formas.
¿Lo mejor?, era la misma preparatoria de la cual me había ido, es decir, estaría con mis amigos. No les dije que día iría, quería que fuera sorpresa.

Recién dos semanas después de llegar pude ir a la preparatoria, el proceso de que ingresara tardó esos siete días.
Entré por las grandes puertas con el nerviosismo y la emoción a flor de piel, aún más cuando vi a mi grupo de amigos parados charlando entre ellos.

El primero en verme fue mi pequeño
amigo de piel pálida y con rasgos asiáticos (aunque no lo era), mi buen y fantástico Yoandri. Abrió su boca en forma de "o" y comenzó a llamar la atención del resto de mis amigos apuntándome, diciendo cosas que no llegaba a escuchar por la distancia. Yoandri corrió hacia mí seguido por el resto, me rodeó con sus brazos alrededor de mi cuello y comenzó a decirme muchas cosas que no formuló correctamente logrando que no entendiera nada de lo que dijo. Sentí cómo comenzó a llorar y no pude resistirme a hacerlo con él.
Mi amigo Joel secó una pequeña lágrima que cayó, no le gustaba que lo vean llorar.
Por otro lado, mis más cercanos Richard y Zabdiel me dieron abrazos llenos de compañerismo mientras soltaban algunas lagrimitas.

Después me llevaron a nuestro aula correspondiente mientras me llenaban de preguntas.
Yo estaba tan feliz.

Mi mirada se dirigió a un chico de piel canela que ingresó a nuestro aula y se ubicó en un asiento de la última fila, en esa mismo lugar nos ubicamos nosotros, solo que en el otro extremo.

—Oigan —interrumpí sus muchas preguntas—. ¿Quién es él? —apunté con la mirada algo disimulado.

—Oh, sí. Yo te hablé de él —dijo Yoandri—, es Erick.

—Ahh, ¿Al que le sangró la nariz?

—Sí —rió bajito—. Ya está mucho mejor, te lo aseguro. Voy a saludarlo, ya vengo —vi como caminó hasta él. Supongo que Yoandri le habrá contado algo de mí, porque ese muchacho me miraba con... sus tan espectacuales ojos verdes.
Yoandri le sonrió y regresó con nosotros.

—Debes hablarle, es muy genial —recomendó.

—Es cierto —concordó Joel—. Yo hice un trabajo con él hace... —pensó—. El año pasado...?, no estoy seguro. Bueno, el caso es que se le nota la buena vibra, dice muchas estupideces y sonríe mucho. Punto a su favor.

—¿Punt... qué? —pregunté.

—Na' na', déjalo así —rió.

—Chicos —habló Richard.

—¿Qué? —dijimos los cuatro al unísimo.

—¿Vieron la noticia del Venezolano y el Argentino?

—¿Qué notic-

—¡Ahhh!, ¿La pareja, verdad? —me interrumpió Zabdiel.

—Sí —respondió el moreno.

—¿Qué pasó? —pregunté.

Revélate Ante El Mundo || ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora