XXXIII

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Con el tiempo pudimos entrar a otra preparatoria. Nadie sabía sobre nuestra relación y orientación así que podíamos estar tranquilos.

Vivir con Erick era genial. Poder tener su compañía todo el día cuando antes vivíamos tan distanciados era como estar en el cielo.

Mamá lo acogío con los brazos abiertos, le daba mucho amor y eso me hacía feliz porque sabía que eso era lo que Erick necesitaba.

Los padres de Erick lo llamaban de vez en cuando y sólo lo regañaban, una de esas veces mi pareja se atrevió a decirles la verdad, Él ya era mayor de edad y podía hacer de su vida lo que quiera.

Luego dejaron de llamar y fue algo que a Erick le dolió un poco.

—Antes al menos me demostraban que se acordaban de mí, regañándome pero lo hacían.

—Tranquilo, amor. Dales tiempo, ahora que te fuiste podrán pensar con claridad sus errores. Ellos volverán a recibirte con los brazos abiertos —suspiró.

—Sí... tienes razón.

—¿Quiéres comer el chocolate que quedó en la heladera? —sonrió.

—Está bien.

—Así se habla. Vamos —tomé su mano.

Erick estaba teniendo una vida tranquila. Alejarse de lo malo y comenzar de cero en una preparatoria donde nadie lo juzgaba era lo que necesitaba. Y lo merecía, después de tanto caos por fin llegó la paz.

Nos seguíamos amando un poco escondidos, pero estábamos más que felices con eso.

Revélate Ante El Mundo || ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora