IX

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—Qué bueno que ese amigo tuyo quiera venir a visitarte —dijo mi mamá mientras me ayudaba a recostarme en mi cama luego de una ducha.

—Es ese amigo del que te hablé. Erick.

—Ahh, ese amigo nuevo. Qué genial.

—Ya debe estar por llegar.

—Sí. Si necesitan algo me avisas, ¿Ok?

—Claro. Ma, perdón por meterme en un problema.

—Chris... —se sentó a mi lado—. Lo que hiciste no fue lo mejor del mundo, créeme que me hubiera gustado que no te golpearan, pero el motivo por el cual decidiste eso sólo me lleva a decirte que eres mi mayor orgullo, cariño —dejó un casto beso en mi frente.

Mamá estaba al tanto de la orientación sexual de Erick, de lo bueno que era él, del cómo nos trataban y el por qué de mis golpes de hoy.
Ella era un ser de luz y al oir la historia de Erick sólo pudo decir que estaba muy apenada de que viva aquello y luego la vi cómo corrió hasta el baño para que no la viera llorar de la impotencia que tenía.

Mamá bajó porque el timbre sonó.

—Hola —se oyó una voz muy conocida para mis oidos—. Permiso.

—Cierra cuando entres.

—Okey —cerró detrás de él y caminó hasta mí quedándose parado a un lado de la cama—. ¿Cómo te sientes?

—Bien. La cama ayuda.

—Me imagino —rió suavemente sacándome una sonrisa.

—Siéntate, Erick.

—Oh, claro —miró a su alrededor—. No hay sillas en tu habitación.

—No, tontito, aquí, al lado mío.

—No quiero molestarte.

—Me harás mejor. Recuéstate si quieres, hay lugar.

—... Bueno —con algo de verguenza se acercó. Vi su sonrojo.

Levanté las cobijas invitándolo. Se sacó sus zapatillas y se metió a la cama.

—¿Qué pensará tú mamá si nos ve así? —preguntó.

—Seguramente sacaría su cámara y tomaría una fotografía —rió.

—Chris, yo... tengo que decirte algo.

—Adelante.

—Es sólo que... no quiero que te alejes. Prometeme que a pesar de lo que diga te quedarás conmigo, por favor.

—No voy a dejarte —pensó un momento.

—Chris, es-est... ash.

—Sin miedo —busqué su mano y entrelacé nuestros dedos. Él me miró algo temeroso.

—Estoy... estoy enamorado de ti.

Un silencio se formó entre nosotros.

—Perdón —intentó levantarse.

—Espera —volvió a acomodarse—. Estoy tratando de ver si puedo moverme para... algo.

—¿Qué específicamente?¿Puedo ayudarte?

—Me ayudarías si posaras tus lindos labios sobre los míos.

—Oh —corrió su mirada dejándome ver perfectamente su rubor—. Uno chiquitito.

—Uno chiquitito.

Con cuidado, se acercó a mí lo suficiente para dar paso a un pequeño beso sin lengua, no era apasionado ni en busca de formar calor entre nuestros cuerpos, no, era especial, lindo, tierno, cuidadoso, con esas dichosas mariposas de por medio y cariño que sólo me hacía querer darle unos besitos chiquititos luego de ese y sonreírle.

—Supongo que yo también soy homosexual.

—Tú dijiste que éramos iguales.

Revélate Ante El Mundo || ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora