Capítulo Uno.

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Así que aquella era Gianna Rossetti. Zayn se llevó la copa de vino a la boca y saboreó el maravilloso caldo sin dejar de mirar a la mujer que acababa de entrar en el salón.

Gianna Rossetti.

La hija de la reputada familia italiana liderada por el famoso Jean Rossetti, propietario y director de Rossetti Corporation.

Gianna era su hija pequeña, la única hija que tenía.

Desde luego, era muy guapa, pero eso Zayn ya se lo esperaba.

¿Cómo no iba a ser guapa siendo la hija de un hombre alto, moreno y atractivo que robaba el corazón de las mujeres nada más llegar a un sitio?

Sus hermanos eran iguales, según decían.

Desde luego, Ronan, su primo y el único Rossetti al que conocía, era de aquel tipo de hombres al que todas las mujeres miran.

Ronan era el hermanastro de aquella mujer.

Tenían el mismo padre, pero la madre de Ronan era la tía de Zayn y aquello, precisamente, le hizo fruncir el ceño mientras seguía observando a Gianna.

Su madre no era capaz de pronunciar el nombre de Jean Rossetti sin echar veneno por la boca, un veneno que también reservaba para los demás miembros del clan Rossetti... excepto, por supuesto, Ronan.

Durante años, no habían sabido que Ronan era un Rossetti. Se habían enterado hacía diez años de que no era hijo de Donn, el marido de su tía, sino de su amante, un hombre que la había dejado embarazada y la había abandonado... por segunda vez.

Y aquel hombre no era otro que Jean Rossetti.

-La hija de ese hombre viene a Londres -había anunciado Tricia furiosa el fin de semana anterior, cuando Zayn había ido a visitarla.

-Eso he oído.

No había hecho falta que le explicara quién era «ese hombre». No había otra persona a la que Tricia se refiriera así.

-Por lo visto, Samantha Sanders se ha ofrecido para llevarla a un par de fiestas -había comentado Zayn.

Su madre lo había mirado con sus grandes ojos azules, que él había heredado, muy abiertos.

-¿Y tú vas a ir a esas fiestas?

-Sí -contestó Zayn-. En cualquier caso, mamá, no creo ni que me la presenten y, si la conociera, en fin... hace muchos años de todo aquello.

-Sí, pero te recuerdo que mi hermana murió por culpa de ese hombre.

-Eso no lo sabemos seguro...

-Los médicos dijeron que Marguerite...

-Los médicos dijeron que la tía Marguerite tenía un corazón muy débil que había sufrido mucho durante el embarazo y el parto.

-Que lo llamen como quieran, a mí me da igual que digan que mi hermana tenía el corazón débil. Para mí, lo tenía roto, roto dos veces y por el mismo hombre.

Zayn dudaba seriamente que alguien pudiera morir por tener el corazón roto, pero se mordió la lengua.

No quería enojar todavía más a su madre.

-Mamá, te aseguro que hay pocas posibilidades de que conozca a esa chica -intentó tranquilizarla-. Me he cuidado mucho durante años para no coincidir con nadie de su familia, así que ahora no voy a ir a saludarla como si tal cosa porque hayamos descubierto que tenemos lazos familiares en común.

-Eso espero. Además, no olvides lo que te hizo su padre con la oferta de compra de la empresa.

«Otro punto negativo para Jean Rossetti», reflexionó Zayn sin poder dejar de mirar a Gianna Rossetti.

Aquella chica era realmente guapa, un deleite para los ojos y aquello constituía un problema.

Era de estatura media y muy delgada aunque tenía un pecho generoso, marcado a la perfección por un vestido rojo y negro.

Su piel, ligeramente aceitunada, parecía terciopelo, su rostro era ovalado, y tenía unos preciosos ojos almendrados de larguísimas pestañas. Poseía pómulos altos y labios voluminosos que apenas necesitaban pintalabios.

El pelo, negro como el azabache, iba recogido en un cuidado moño en la nuca que dejaba al descubierto su largo y elegante cuello.

Las únicas joyas que llevaba eran unos delicados pendientes de plata.

Sin embargo, lo que hacía que Zayn no pudiera dejar de mirarla era su forma de andar. Era una mujer elegante y sofisticada que andaba como una gata, moviendo las caderas y las piernas de una manera tan sensual, que Zayn se encontró sintiendo cierta tensión en la entrepierna.

Por supuesto, ella no tenía la culpa del comportamiento de su padre ni en el pasado ni más recientemente, cuando Jean Rossetti había lanzado una opa hostil sobre una empresa a la que él le había echado el ojo.

Aquella operación fracasada había hecho que Malik’s Telecommunications pasara un par de años bastante malos. Como consecuencia de una pérdida de beneficios bastante alta, Zayn no había tenido más remedio que recortar plantilla.

Y a Jean Rossetti le había dado exactamente igual.

-No, no me interesa -murmuró Zayn dejando la copa de vino vacía sobre una mesa.

Aunque Gianna Rossetti fuera la mujer más guapa que había visto hacía años, si se parecía un poco a su padre seguro que era realmente problemática.

Si su madre se enterara de que había hablado con ella y que además la había encontrado atractiva, Zayn no quería ni pensar cómo se pondría.

A su padre tampoco le haría ninguna gracia porque tenía a Jean Rossetti por un hombre arrogante al que lo único que le interesaba era el dinero y la posición social y que se creía por encima del resto de los mortales.

Zayn se estaba girando con la intención de ir hacia la puerta cuando algo le llamó la atención y volvió la vista atrás.

Entonces," se encontró con los ojos color chocolate de Gianna Rossetti.

Durante un instante, se quedaron mirando.

Ninguno de los dos podía apartar la mirada.

Y, de repente, la expresión de la mujer cambió por completo y pasó de ser completamente sensual a ser la más fría del mundo.

Al instante, Zayn sintió como si una parte de aquel frío que se había apoderado de sus facciones también se hubiera apoderado de su corazón.

Aquella mujer lo miraba como preguntándole quién diablos era él y cómo osaba mirarla.

Aquella mirada gélida la había visto también en los ojos de su padre en una ocasión en la que habían coincidido en una rueda de prensa en un hotel de Madrid y algo no había sido del agrado de Jean Rossetti.

« ¿Y quién diablos es usted para mirarme a mí así, señorita Rossetti?», le preguntó Zayn mentalmente. «Puede que en su país sea usted alguien, pero aquí es una mujer normal y corriente».

¿Normal y corriente? No, aquella mujer podía ser muchas cosas, pero, desde luego, de normal y corriente no tenía nada.

Era una mujer realmente bella y el problema era que lo sabía.

Zayn estaba decidido a que no se diera cuenta de que la encontraba irresistible, así que, haciendo un gran esfuerzo, la miró de arriba abajo, se giró y se fue.

Aunque la tentación era enorme, no se dio la vuelta para ver su reacción.

 Era Gianna Rossetti y no le interesaba en absoluto.

HUMILLACIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora