Capítulo Dieciocho.

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Fue como revivir la noche de Londres, pero, en esta ocasión, Gianna sabía lo que iba a ocurrir y lo deseaba.

No se sentía insegura en absoluto, sino deseando que llegaran los escalofríos, los besos, las caricias. ..

Y eso fue lo que ocurrió.

Con un solo beso, creyó morir. Un calor todavía más intenso que la primera vez se apoderó de ella.

-Zayn...

Gianna le pasó los brazos por el cuello y lo besó con ardor. Besarlo era embriagador y su cuerpo reaccionó al instante.

Llevaba tanto tiempo queriendo estar con él que, sin pensárselo dos veces, comenzó a acariciarlo, a explorar su espalda, su cintura, sus caderas.

Zayn la abrazaba con fuerza y Gianna, atrapada entre su cuerpo y la encimera, sentía su potente erección entre las piernas.

Zayn comenzó a acariciarla también, deslizando las manos por dentro de la camiseta, explorando de manera deliberadamente lenta...

Gianna esperaba con el corazón en un puño y la respiración entrecortada el momento en el que sus dedos llegaran a sus pechos y juguetearan con sus pezones.

De repente, Zayn dejó de tocarla.

-¡No! -exclamó Gianna. Aquello hizo reír a Zayn.

-Tranquila, señorita -le dijo-. No tenemos prisa, ¿no?

-No... sí... no.

Gianna no sabía qué contestar.

Lo único que sabía era que quería que sucediera aquello, que necesitaba experimentarlo todo y saberlo todo.

-Tócame, Zayn -murmuró acariciándole la mejilla-. Tócame de verdad... por favor.

Zayn se rio encantado.

-Así que ahora eres tú la que pide las cosas por favor, ¿no? Como verás, yo también estoy muy abierto a las sugerencias cuando se me piden de cierta manera.

Y, dicho aquello, la tomó en brazos y subió con ella las escaleras que llevaban al dormitorio que había en la segunda planta.

-Así que quieres que te toque, ¿eh? -murmuró dejándola sobre la cama-. Sí, claro que te voy a tocar, pero primero nos tenemos que deshacer de esto...

Acto seguido, le desabrochó el sujetador y Gianna observó maravillada cómo las pupilas se le dilataban de deseo.

Era obvio que le gustaba lo que veía.

Aguantó la respiración, esperando que la tocara.

Zayn levantó una mano y le acarició el vientre, subiendo lentamente hacia su pecho derecho.

Cuando estaba a punto de tocarlo, se paró de nuevo.

-¡Zayn! -protestó Gianna.

-¿Cómo se pide?

-Por favor... por favor...

Gianna observó encantada cómo la mano volvía a ascender y, por fin, llegaba a su pecho.

Aquel fue el último movimiento lento porque, en cuanto se produjo el contacto, la explosión de deseo fue tan fuerte por ambas partes que los dos comenzaron a desnudarse mutuamente a toda velocidad.

Mientras le quitaba los vaqueros, Zayn no dejó de lamerle los pechos y, cuando se metió uno de los pezones en la boca y comenzó a jugar con él, Gianna arqueó la espalda y gritó su nombre.

Las sensaciones se habían apoderado de ella. Se moría por tocar a Zayn, así que dejó que la intuición guiara a sus manos y, al cabo de un rato, se encontró acariciándole la erección.

-Gianna... -murmuró Zayn.

Al cabo de pocos segundos, se apartó.

-No, no aguanto.

-No quiero que aguantes -contestó Gianna.

-Entonces, ¿qué quieres? -sonrió Zayn-. ¿Esto? -añadió chupándole un pezón. Gianna jadeó encantada.

-¿O esto? -añadió colocándose entre sus piernas y acariciándole la parte interna de los muslos.

Gianna esperó presa de un deseo ferviente y Zayn comenzó a tocarla entre las piernas con maestría hasta que encontró el centro de feminidad y la hizo sentir cosas que Gianna no se sabía capaz de sentir.

-Zayn...Zayn...

Su nombre era lo único que podía pronunciar.

Zayn se tomó su tiempo en darle placer y, a continuación, abrió el cajón de la mesilla y sacó una caja de preservativos.

Menos mal que, en aquella ocasión, estaban cerca.

Gianna no quería que hubiera interrupciones, no quería correr el riesgo de volver a oír la voz de su madre y echarse atrás.

Lo único que quería era sentir.

Zayn se había terminado de colocar el preservativo y se inclinó de nuevo sobre ella.

-Esta vez, no te me vas a escapar -le dijo volviéndola a besar-. Esta vez te vas a quedar hasta el final, esta vez te vas a llevar lo que quieres.

¿Acaso creía Zayn que quería huir de él?

¿No se daba cuenta de que lo deseaba tanto como él a ella?

Gianna no encontraba palabras para decírselo, pero a través de su cuerpo, agarrándolo de los hombros y abriendo las piernas para invitarlo a entrar, se lo dejó claro.

Zayn aceptó rápidamente la invitación y, tras colocarse encima de ella, entre sus piernas, le levantó las caderas, la agarró de las nalgas y se adentró en su cuerpo con fuerza.

Y se quedó helado cuando Gianna, presa de un intenso dolor, gritó y abrió los ojos.

¡Maldición!

Gianna vio que Zayn la miraba con incredulidad.

-Gianna... -murmuró-. Gianna... ¿por eso...?

Gianna negó con la cabeza.

Lo último que le apetecía en aquellos momentos era hablar y, menos, de la pérdida de su virginidad.

Quería seguir sintiendo, pero se dio cuenta de que Zayn dudaba.

Oh, no.

¿Se iba a echar atrás ahora?

No, por favor, no podía dejarla así.

- Zayn, no -le dijo moviendo las caderas de manera instintiva.

-Gianna... -protestó él levemente. Por su tono de voz, era obvio que estaba perdiendo la batalla.

Gianna lo acarició de manera provocativa sin dejar de mover las caderas y Zayn echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y apretó las mandíbulas.

Gianna lo había conseguido.

Zayn se dejó llevar y comenzó a moverse dentro de su cuerpo haciéndola gozar y llevándola hasta el clímax con él.

HUMILLACIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora