Capítulo Once.

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Zayn fue hacia el jardín, al salir lo recibió una fresca brisa.

-Mike, no...

Era la voz de Gianna.

Zayn se giró en la dirección de la que procedía, una zona en penumbra, alejada de los potentes focos que iluminaban las praderas de césped.

-Venga, no seas así...

Ahora había sido él quien había hablado.

Zayn apretó los dientes.

Lo había dicho en aquel tono que empleaban los hombres cuando sabían que la primera negativa era parte de un juego del que, por supuesto, iban a salir triunfales.

Y, por supuesto, Gianna la vampiresa, Gianna la seductora estaba jugando a ese juego con él.

-Hemos venido a lo que hemos venido -insistió Mike.

-Pero... -protestó Gianna-. Me vas a estropear el vestido... se me va a enganchar en la pared...

-No te preocupes. Eso tiene fácil solución.

Acto seguido, Mike tomó a Gianna entre sus brazos y la cambió de posición, pasando él a apoyarse en la pared de piedra.

-¿Mejor ahora? -sonrió. Zayn volvió a apretar los dientes. ¡Aquel tono sólo podía querer decir una cosa!

Mike tenía las piernas abiertas y había acomodado a Gianna entre ellas, así que era obvio a lo que se refería.

Zayn recordó estar en una postura muy parecida con ella y no pudo evitar volver a desearla.

-¡Bésame! -dijo Mike devolviéndolo al presente.

Obviamente, no se había dado cuenta de que alguien los estaba observando y algo en cómo lo había dicho hizo que Zayn se fijara con más atención en la escena que se estaba desarrollando ante él.

No era lo que parecía.

Gianna estaba tensa y nerviosa y no estaba apretada contra Mike como Zayn había creído sino, más bien, intentando zafarse de él.

-¡Te he dicho que me beses! -insistió Mike.

-¡Pero si ya te he besado! -protestó Gianna.

-Pues bésame otra vez.

-Quiero regresar adentro.

-Pues yo quiero quedarme aquí con mi chica.

-¡Yo no soy tu chica!

-¿Cómo qué no?

¿Pero aquel idiota era ciego?

-Ya sabes que nuestros padres quieren que nos casemos, así que ya va siendo hora de que empecemos a tener cierta intimidad.

-¡Mike, no!

Zayn se dio cuenta de que Gianna tenía miedo, pero aquel imbécil con el que estaba parecía no haberse percatado. O, tal vez, le diera igual.

-Gianna, sí.

Zayn sintió que la ira se apoderaba de él al ver cómo Mike deslizaba las manos sobre sus caderas y las dejaba sobre sus nalgas.

-Eres mía y puedo hacer contigo lo que quiera.

Y en aquel momento supo que ya no podía más.

-¡No! -estalló saliendo de la oscuridad.

En un abrir y cerrar de ojos, había agarrado a Mike y lo había estampado contra la pared, apartándolo de Gianna.

-¿No la has oído? ¡Déjala en paz!

-¿Y tú quién eres para darme a mí órdenes?-se defendió Mike-. ¿Por qué iba a tener que hacerte caso?

Zayn no se lo pensó dos veces.

-Porque Gianna es mi chica -contestó-. ¡No es tu chica sino la mía!

HUMILLACIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora