Capítulo Seis.

294 6 0
                                    

Gianna sentía fuego dentro del cuerpo, sentía las manos de Zayn en sus pechos y sus dedos pulgares jugueteando con sus pezones, que amenazaban con atravesar la tela del vestido.

-Sí... -volvió a murmurar.

No sabía si iba a ser capaz de andar porque temía que las piernas no la sostuvieran. Zayn debió de percibir su debilidad porque la tomó en brazos y comenzó a subir las escaleras.

Gianna no se enteró de nada porque subió con los ojos cerrados y sin dejar de besarlo.

Simplemente, no podía dejar de besarlo.

Zayn la depositó encima de una cama y se tumbó sobre ella.

-Eres increíble... -le dijo mirándola a los ojos.

A continuación, comenzó a besarla de nuevo. .. por la cara, por el cuello, en los hombros...

-¿Tú te das cuenta de cómo me excitas? -murmuró desabrochándose la camisa.

Gianna se rió cuando Zayn se tumbó entre sus piernas y sintió su erección.

Sí, no había forma de negarlo.

Sabía perfectamente cómo lo excitaba.

Con movimientos rápidos y seguros, le levantó el vestido y le acarició las piernas.

-Lo sabía -comentó al ver que llevaba medias de liguero.

Los besos salvajes y urgentes se sucedían a una velocidad de vértigo. Zayn la besaba por todas partes, la acariciaba sin tregua.

Su boca se deslizó por su cuello hasta encontrar el lazo del tirante del vestido, que sus dientes se encargaron de deshacer.

Al caer el tirante, un pecho quedó al descubierto y Zayn no dudó en acariciarlo con la lengua, dejando una estela de saliva y deseo.

Mientras tanto, sus manos se movían por debajo de la falda, llegando al elástico de sus braguitas y haciendo que Gianna se contorsionara como una gata en celo.

Al mismo tiempo que deslizaba las braguitas por sus piernas,  Zayn tomó uno de sus pezones entre los labios.

-¡Dios mío! -jadeó Gianna-. Oh, Zayn. Era obvio que lo deseaba tanto como él a ella.

-Yo también te deseo, pero tenemos que tomar precauciones.

¿Precauciones? ¡Ah, sí!

-¿Tú tienes...?

-Sí -contestó Zayn.

A continuación, abrió el cajón de la mesilla y maldijo en voz alta.

-¿No me digas que no tienes? -protestó Gianna.

-Sí, sí, sí tengo -contestó Zayn nervioso.

- Zayn...

-Ya voy, ya voy. Ahora mismo vengo -contestó él poniéndose en pie.

Gianna sentía frío sin él encima.

No le gustó la interrupción.

No quería separarse de él ni un segundo.

Sobre todo, porque al encontrarse sola, se preguntó qué demonios estaba haciendo.

¿Se había vuelto loca?

¿Cómo había llegado tan lejos con un hombre al que apenas conocía?

De repente, oyó en su cabeza la voz de una persona muy querida, una voz que hacía años que no oía, pero cuyo recuerdo seguía en sus pensamientos.

La voz de su madre.

-Quiero que me prometas una cosa -le había dicho una vez-. Prométeme que jamás te acostarás con un hombre al que no ames. Prométeme que no le entregarás tu virginidad a un hombre que no sea capaz de valorarla.

¿Qué hacía ella esperando a un hombre que no la amaba, que no la conocía de nada, esperando a que volviera con un preservativo para...?

Gianna sintió pánico y se puso en pie.

Oía a Zayn en el pasillo, abriendo un armario.

Sin pensárselo dos veces, se aventuró escaleras abajo en silencio. Una vez abajo, tardó un segundo en encontrar los zapatos, que habían quedado en el vestíbulo, y en entrar en el salón a por el bolso.

De repente, se dio cuenta de que no llevaba braguitas, se habían quedado en el suelo de la habitación. Pues allí se iban a quedar porque no tenía tiempo de volver a por ellas.

Ya oía las pisadas de Zayn que volvía a su dormitorio.

Debía irse.

Gianna tomó aire y abrió la puerta principal.

-¿Qué demonios...? -oyó que exclamaba Zayn desde arriba-. ¡Gianna! Gianna, ¿dónde estás?

Gianna cerró la puerta con fuerza y comenzó a correr. Temía que Zayn la siguiera, así que no paró de correr hasta que estuvo muy lejos y sin aliento.

HUMILLACIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora