Capitulo# 22

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ATRAPAME SI PUEDES
Capítulo # 22
SENTIMIENTO DE CULPA

Narra Darien

Una vez el médico revisa y cura las heridas de Seiya, me voy a mi habitación, la sangre aún me hierve por que aunque aún pienso que mi primo merecía lo que le hice y quizás mucho más, me siento culpable por haberlo hecho, agradezco que Serena se haya interpuesto entre los dos, por que de lo contrario creo que hubiera podido matarlo y es que la ira sin duda me superó, la necesidad de proteger a la rubia ahora es mucho más grande, estoy sintiendo muchas cosas por ella, cosas que jamás pensé volver a sentir por una mujer, que ironía que sea por ella precisamente que las sienta, por ella que solo pensé que sería un capricho, por ella a quien en principio solo quería humillar, someter, dominar; al recordarlo no puedo evitar ahora sentirme como un canalla por todo lo que hice para tenerla a mi lado, pero tampoco  puedo arrepentirme del todo, pues si no lo hubiera hecho ella se habría ido y nada de lo que hemos vivido juntos habría pasado, espero que Andrew pueda solucionar el asunto de su visa y así ella decidirá en total libertad si quiere ó no irse.

Camino de un lado hacia otro en mi habitación, estos pensamientos y sentimientos de ira y profunda culpa me invaden, así que decido entonces darme un baño tal vez eso pueda enfriar un poco mi sangre; me quito la ropa que esta algo manchada con la sangre de Seiya y me meto a la ducha, dejo caer agua sobre mi cuerpo en busca de relajación, unos minutos después salgo de ella y me encuentro con Serena sentada en el borde de mi cama, me mira en un silencio que me resulta intimidante, debe creer sin duda que soy una bestia, por lo que la vergüenza de solo pensarlo me invade, voy directo al vestidor sin decirle nada, de igual forma no creo que sea mucho lo que pueda decir; me coloco ropa interior y salgo de allí sin nada mas para sentarme a su lado:

—Darien: Perdoname, pensarás que soy una bestia y no es para menos; pero no podía permitir que Seiya te faltara al respeto de esa manera, no soporto la idea de saber que otro hombre pueda besarte, tocarte, tenerte y menos a la fuerza, no entiendo como te me haz metido en la piel, en el corazón, en el alma.

Tomé su rostro entre mis manos, la mire directamente a los ojos y luego junte su frente a la mia

—Darien: Mi hermosa y altanera rubia,  quiero que seas eternamente mía; no me lo explico, ni lo entiendo, ni lo quiero entender, pero por primera vez siento que me moriría de pena si te pierdo.

Su mirada cuestionante se clavo en la mía y seguidamente preguntó, pues así era Serena, no se quedaba con nada:

—Serena: Por qué me perderías, si apenas acabamos de empezar Darien?, deja de creer que te veo como un mounstro o una bestia, por que no es así ; yo entiendo todo lo que pasó con Seiya, no te juzgo amor, tu solo me defendíste; si te soy sincera los primeros golpes los disfruté, pero cuando ya vi la sangre me asusté, no queria que lo mataras, no era para tanto; ya quita esa cara Darien, se recuperará pronto, yo me quede con él hasta que el médico se fue, Seiya ya esta durmiendo, el doctor le dio un analgésico bastante fuerte y supongo que por eso calló como un plomo.

Respiré profundo ante sus palabras y pase mis manos por el rostro terminando en mi cabello y es que aunque no lo pareciera, yo quería mucho a Seiya apesar de todas sus tonterías, no todo entre nosotros había sido malo, el para mi era mi hermano y él lo sabía, por eso abusaba con frecuencia de mi paciencia; también venía ahora a mi mente lo que me dirían mis tíos al enterarse, sin duda sus corazones se afligirian por mi causa; decidí llamarlos al día siguiente, ya a estas horas ellos debían estar más que dormidos por la diferencia de horario.

Esa noche muy poco pude dormir aunque la rubia se quedó a mi lado, me levante varias veces en la noche a caminar por la casa, quise llegar hasta la habitación de Seiya para checar como estaba, pero no me atreví, no queria que tal vez estuviera despierto y sus palabras suspicaces hicieran que la sangre me hirviera nuevamente; cuando sentí el claro de la mañana me levante, Serena aún dormía, así que baje una vez más a la cocina a preparar un poco de café, me senté a tomar una taza y a leer el periódico, esperando que alguna de las chicas llegara y pudieran averiguar por mí el estado de mi primo; poco después llegó Diana cosa que me produjo mucha alegría, quien más que ella con la prudencia que la caracterizaba para despejar mi duda y además estaba el hecho de que  ella estaría en casa hoy  todo el día, así que podría  encargarse de Seiya, por lo que le di instrucciones para que lo hiciera y me mantuviera al tanto.

Subí a mi habitación y al entrar noté que Serena ya no estaba en la cama, por lo que fui hasta su habitación en su búsqueda, no la vi al entrar pero escuché correr del agua de la ducha por lo que avancé hacia ella, me pare justo en la puerta del baño a observar celoso como el agua rrecoria su cuerpo desnudo; acto seguido me despoje silenciosamente de lo que llevaba puesto, entre a la ducha con mucho sigilo, me fijé a su espalda para que notará la gran ereccion que tenía y que provocaba ella sin duda, cubrí sus pecho con mi manos mientras hundía mi boca en su cuello, todo esto mientras el agua seguía cayendo por su piel, bajé una de mis manos hasta su entrepierna para tocar suavemente su sexo, la escuché jadear lo que hizo que mi deseo se encendiera aún más; la tomé con mis manos por sus brazos la incline un poco  hacia delante para que su torso cayera un poco y su trasero quedara dispuesto para mí y penetre su húmeda cavidad sin previo aviso, la enbesti una y otra vez, con firmeza y fuerza suficiente para hacerla vibrar sin necesidad de lastimar hasta provocarle un orgasmo; después de esto dirijo entonces mis manos de nuevo a sus senos para pegar su espalda a mi pecho mientras  los masajeaba suavemente, mordí el lóbulo de su oreja mientras le susurraba al oído que la deseaba demasiado, que podía estar así con ella todo el día y no cansarme, que ella era un vicio para mí, uno del que nunca querría rehabilitar me, la fije al cristal de la ducha y seguí mientras devoraba sus labios, un rato largo después sentí como sus espasmo vaginales la debilitaban, sabía que estaba por venirse nuevamente, una vez lo hizo, Se soltó de mí agarre con fuerza, obligándome a salir de ella, dio la vuelta y sin apartar su mirada de la mía se trepó a mí cintura, volví a penetrarla y mientras entraba y salía de ella succióne sus pechos, los espasmos que su cuerpo tenía en ese momento me invitaban a seguir, a no parar, aunque mis piernas ya empezaban a cansarse, yo quería seguir y ella igual; como pude cerré la regadera y salí de la ducha con ella aún trepada a mi cintura, la balancee hacia arriba y abajo sobre mi miembro erecto, deseoso de su cuerpo, así lo hice hasta llegar a la cama en donde la recosté justo a la orilla, subí sus piernas a mis hombros para provocar una fricción mucho más placentera en su ya apretada vagina, la veía desviar la mirada de deseo, este sería el tercer orgasmo que le provocaria y yo aún  hubiera querído verla enloquecer mucho más, quería que se sintiera mía, por que para mí ella lo era tanto como yo era de ella; la escuché gemir de desesperación, sabía que se aproximaba un orgasmo más y está vez no pude detenerme, me derrame al tiempo que ella lo hizo,  me negué a salir de ella por unos minutos, lejos de apartarme, bese sus pies con tanto gusto y satisfaccion; después de todo por que no besar los pies a los que ya estaba rendido.

ATRAPAME SI PUEDESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora