Un mes había pasado, en los cuales no había pasado mucho en la vida de los dos pequeños. Siguieron en la escuela, cada uno con su respectivo grupo; O más bien, Naruto con su grupo y Naruko mirando en la distancia. Últimamente se le hacía difícil hacer amistades, no sabía cómo acercarse a las niñas de su edad y los niños no hacían nada interesante para ella. Intentó hablar con el pequeño Uchiha, pero esté estaba inmerso en su propio mundo. Poco a poco, la escuela se estaba convirtiendo en un infierno para ella, pero no quería decírselo a nadie aún.
En casa todo marchaba bien, su madre tardó un poco en sacarle el olor a su habitación, pero por fin logró hacerlo, pronto comenzaría a mudarse a su respectivo cuarto.
La vecina Uchiha se volvió amiga de Kushina, a diario se veían, pues la pelinegra había comenzado a trabajar menos para estar más presente en la vida de sus hijos y aprovechaba para ver a su amiga cuando estaba aburrida.
Minato en su trabajo iba cada vez mejor, junto a Fugaku hacían un buen equipo, de a poco se volvían amigos.
Al parecer, Naruko era la única que se sentía sola en ese momento; Se refugiaba en su mente, solía jugar a tener aventuras, muchas veces se metía en problemas por eso. Su mente la llevaba a los lugares más peligrosos para su pequeño ser. Trepar a lugares difíciles de bajar no era lo más seguro, y su madre la regañaba siempre que se dejaba llevar de ese modo. Su padre por otro lado, notó que algo no iba bien con ella... Sentía que algo faltaba en ella desde que dejaron su antiguo hogar para mudarse a aquella casa que se sentía vacía sin su risa, pues la pequeña estaba cambiando, y esto lo atemorizaba.
Aquel día era un sábado aburrido para la Namikaze. Su hermano había ido a jugar con sus amigos y su padre estaba trabajando, ella se encontraba decorando su futura habitación, que la encontraba demasiado grande para sus pocas cosas. La inundaba el vacío que estuviera así, pues de por sí su casa estaba bastante vacía. Extrañaba la antigua casita que tenían, pero no podía decirlo, a todos les iba bien aquí, pensaba que sólo debía acostumbrarse.
Salió al pasillo camino hacia un pequeño cuarto que usaron para poner las cosas que aún no acomodaban, allí estaban las cosas de su cuarto. Buscaba las cosas cuando dirigió su mirada hacia el techo, una manija asomaba entre la pintura, apenas se notaba, pues estaba pintada.
Naruko: (¿Un desván?)
Corrió por la escalera que estaba en su cuarto y la colocó en medio del pequeño cubículo, subió a ella y con todas sus fuerza abrió la puerta, estaba oscuro, y el olor que antes había en su habitación también estaba allí.
Antes de entrar escuchó sonar el timbre, el cual la hizo saltar del susto. Luego pensó que era la Uchiha, acostubraba a visitar a su madre los sábados a la tarde.
Kushina: ¡Naruko! - Escuchó a su madre llamarla desde la planta baja.
Se encaminó hacia la entrada y se detuvo en la escalera mirando a Kushina y a las visitas, nada más y nada menos que los dos Uchiha, La mayor y el más pequeño de la familia.
A Sasuke no le había quedado de otra que acompañar a su madre a ver a los vecinos, prefería encerrarse en su cuarto y jugar o ver algo en la televisión, pero no tuvo otra opción que ceder a su madre.
Mikoto: ¡Hola Naruko! - Sonrió gentilmente a la pequeña rubia, que le devolvió la sonrisa
Kushina: Sasuke y tú podrán jugar hoy - Su madre sonreía con orgullo, desconocía la razón, pero la aterraba.
Bajó las escaleras y hizo una reverencia respetuosa.
Naruko: Hola
Sasuke: Hola...
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La extraña familia de al lado | Naruko y Sasuke
Short StoryUna nueva familia llega al vecindario Konoha, Unos 3 rubios y una Pelirroja intentarán adaptarse a este nuevo lugar.