Si una persona no merecía sobrevivir, era ella.

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-Preparare algo de cenar, Dixon- dijo con voz alta Jayden desde fuera de la habitación y Daryl agradeció que ella no tenía llave de todas las puertas de la casa ya que sin dudarlo habría entrado para, sin saber que así era, seguirlo martirizando.

Porque no era culpa de la chica todo el odio que Daryl le tenía, más bien era la culpa de su hermano que lo había obligado a aceptarla como parte de la familia, la de su hermano que se había aprovechado de ella cada noche obligándolo a escuchar cada una de las súplicas llorosas que ella había hecho y sobre todo porque ella era solo una niña.

Jayden había recién cumplido los 21 cuando Merle la había encontrado vagabundeando por las calles y le había prometido un techo y comida a costa de su cuerpo. Era una niña.

El hombre de la Ballesta se recosto en la que antes había sido su cama y casi se sintió cómodo mientras observaba el techo y pensaba una vez más en la chica preguntándose cómo había siquiera logrado sobrevivir en un mundo como ese.

La duda rondaba en su cabeza debido a que el mundo como ahora lo conocia estaba lleno de bandidos. De hombres sin escrupulos dispuestos a hacer un millon de cosas para adueñarse de una persona como Jayden. El mundo aun estaba lleno de gente que haría lo que fuera lo que fuera por poseer algo tan hermoso como ella lo era. Porque sí, la perra era la mujer más hermosa que el hubiese conocido nunca antes y por ello la odiaba aun más.

Cualquiera habria querido adueñarse de alguien como ella, hombres iguales a su hermano.

Y mientras miraba el techo con la cabeza llena de pensamientos sin sentido nuevamente una duda cruzo su cabeza a toda velocidad derrumbando cualquier otra idea que hubiese tenido hasta ese momento.

¿Y si a todos les habia pasado lo mismo?¿Y si todos habian terminado en los lugares donde habian estado cuando todo habia empezado?

Y con esas preguntas en la cabeza sintio el agotamiento caerle encima de golpe y agarrotarle cada musculo del cuerpo. Se quedo irremediablemente dormido.

-¡Dixon!- la voz dulzona llegó desde el otro lado de su puerta haciendolo levantarse exaltado y con una fuerte taquicardia -Ya está la comida.

-Hhm- dijo Daryl lo suficientemente fuerte como para que Jayden se diera por enterada y seguido escucho los pasos de esta alejarse por el pasillo y luego bajando las escaleras. Porque si ella en algo siempre había sido buena era respetando el espacio de las otras personas.

Por lo menos respetaba el de él y eso era algo que se agradecía.

El cielo ya estaba oscuro así que supuso estarían dando las 8 de la noche. Se puso de pie con algo de dificultad mientras miraba sobre su armario un carcaj lleno de flechas y agradeció haberse dejado aquellas cuando todo había empezado, ya que ahora tenía sólo tres, y fue hacia ellas moviéndose algo perezoso. Estaba cansado todavia pero se alegraba de que Jayden lo hubiese despertado ya que también tenía hambre.

Después de tomar las flechas abrió el armario y sacó de este unos pantalones y una playera que se apresuró a ponerse reemplazando los viejos llenos de sangre y suciedad. Así estaba más comodo ya que no recordaba hacia cuanto no usaba ropa limpia.

Salió de la habitación, bajo hasta el primer piso y vio a la chica sentada a la mesa en el comedor sólo iluminado por un par de velas mientras al centro de la mesa reposaba un enorme plato de comida.

-¿Dormiste bien?- cuestiono la chica rompiendo el silencio del lugar y Daryl se vio obligado a asentir con la cabeza levemente casi ignorandola -Me alegro porque hace un rato realmente aprecias un muerto viviente.... Aunque déjame que te diga que apenas te reconocí entre tanto pelo- se rió Jayden al tiempo que se estiraba un poco por encima de su propio plato de comida y servía para el cazador un poco de lo que fuera que había preparado en un plato muy pequeño.

- The force of Thunder - Daryl  Dixon (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora