En Silencio

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Cuando las rodillas de Rick dieron contra el frio suelo dentro del centro comercial se preguntó cuántas posibilidades tenia de salir de allí en menos de un día.

La idea de entrar a un centro comercial protegido había sido soberanamente estúpida, cualquiera se habría imaginado que allí habrían no solo víveres y medicinas si no que también personas, y las personas eran peligrosas en cualquier sitio.

-Si todo sale bien y convencen a Martin de que son personas de bien podrán quedarse- sonrió amablemente el hombre corpulento y gordo, que al parecer se llamaba Barry, mientras daba filo suavemente al cuchillo de carnicero con expresión concentrada -No creo que haya problemas con su aprobación, Martín suele ver siempre lo bueno en las personas.

-¿Y si no es así?- pregunto suavemente Michonne que hacía rato había entrado al mismo juego de Emma, sonreía y hablaba dulcemente, casi como si se tratase de una señora frágil.

-Si no es así simplemente podrán tomar sus cosas y marcharse- aseguro Barry antes de apartar la mirada hacia la entrada y soltar un largo suspiro. -Realmente esperaba que ella estuviera aquí.

-¿Ella?- cuestiono por fin Rick, era la primera vez que hablaba desde que los habían atrapado.

-Todo esto empezó porque la mujer de Martín escapo- respondió la mujer, que hasta ese momento se había mantenido en silencio escuchando la conversación con expresión consternada -Los encontramos a ustedes buscándola a ella.

-¿Si es su mujer porque escaparía? Eso no suena muy lógico- razono Michonne mientras se enderezaba para mirar más claramente a la mujer que asintió con la cabeza entendiendo perfectamente a lo que se refería.

-Ella en realidad no era...

-Escapo porque tenía miedo del bebé- cuando la profunda voz irrumpió en el espacio que los rodeaba Rick sintió aquello que había sentido miles de veces antes. El líder, el mayor peligro, acababa de salir de la oficina de administración del supermercado y lo miraba a él fijamente a los ojos. Dos líderes reconociéndose entre sí en un sencillo movimiento que nadie más fue capaz de captar. -Cuando nos enteramos de que estaba embarazada ella entro en pánico y huyo aterrada.

La mente de Rick proceso rápidamente la información. ¿Jayden embarazada? Imposible. no había la más mínima posibilidad de que algo como eso ocurriera.

Shane le había contado del accidente de su sobrina, accidente que había terminado en la muerte de la mujer de su hermano y la joven en coma en el hospital de un pueblo pequeño. Rick conocía perfectamente la razón de su infertilidad.

Martin estaba tratando de engañarlos.

-Aunque si no la conocen no hay necesidad de que ustedes se enteren de nada- cuando la sonrisa se adueñó de su expresión Rick tuvo la oportunidad de analizarlo profundamente.

El hombre de no más de cuarenta años tenía el cabello negro plagado de canas plateadas, arrugas ligeras rodeándole los ojos verdes y profundos, una barba larga que le llegaba casi al pecho y las manos enguantadas de cuero negro que trataba de hacerlo parecer alguien rudo, peligroso.

Lo que lucía peligroso no era precisamente el cuero, en cualquier otro momento no habría reparado en un hecho tan simple como el que el hombre llevara guantes, pero ahora lo hacía porque los podía ver escurriendo sangre, la sangre era lo que los hacia lucir tan peligrosos.

-Es ella- dijo mientras sacaba del bolsillo de su pantalón una foto y la extendía frente a Rick. En la foto no había nada más que el rostro de Jayden, una Jayden joven y bien cuidada. Casi era una niña. -¿Estás seguro de no haberla visto?

- The force of Thunder - Daryl  Dixon (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora