Papi

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Tener que estar nuevamente sola no era algo que la tuviera especialmente preocupada.

Jayden siempre había estado sola y no sentía de pronto la necesidad de estar amarrada a personas que solo podrían retrasarla en su camino a la supervivencia, pero sentía que había fracasado manteniendo a Emma segura.

Emma, a pesar de ser mas grande que ella, representaba para la joven algo parecido a un rayo de luz en medio de toda la oscuridad que la rodeaba, era lo único bueno que aun permanecía en su vida y era lo único bueno que jamás quería perder.

Y ya la había perdido.

-Estoy bien- sonrío para si Jayden mientras daba vuelta en una esquina y se dirigía hacia el barrio bajo donde se encontraba la casa de su padre.

Desde que ese Apocalipsis zombie había comenzado lo único en lo que Jayden había pensado era en reencontrarse con su tío, que era el único miembro de su familia con quien aun mantenía una mas que excelente relación, pero ahora no podía evitar el ponerse nerviosa de reencontrarse con el padre que en algún momento de su vida había sido su todo, habían sido el todo del otro mutuamente varios años luego de la muerte de la madre de la chica antes de que su padre decidiera que algo faltaba en sus vidas y se casara con la bruja mas maldita que habría podido encontrarse en toda la existencia.

Luego de eso Jayden había hecho las maletas y había viajado a la ciudad donde no había durado demasiado antes de irse a vivir a la casa de los hermanos Dixon; luego de eso había ido a visitar a su padre un par de veces pero su relación nunca había terminado de sanarse aunque el seguía siendo sumamente dulce y amable con ella.

Si era sincera consigo misma esperaba y deseaba con todo el corazón encontrar a su padre sentado en el sillón reclinable de su estudio leyendo una de las maravillosas novelas de misterio que tanto le gustaban que permanecían atesoradas en la parte mas alta de la estantería frente al escritorio que su madre había comprado con toda la intención de agregar profesionalismo a su empleo de abogada.

Jayden recordaba que ese estudio era el único lugar en el que la perra de su madrastra no había podido meter las manos incluso cuando ella tanto había insistido en convertir ese pequeño espacio en una sala de estar. La joven jamás se había aferrado a los objetos materiales de su madre luego de su muerte porque no le veía el sentido, porque todos esos objetos no eran ella y jamás podrían llenar el espacio que había quedado vacío dentro de su corazón, pero ese estudio no había podido deshacerlo porque de cierta manera eso era en lo que ella mas había puesto esfuerzo y tenerlo tal cual ella lo había dejado para Jayden significaba algo muy parecido a respetar lo que ella siempre había querido.

La chica dio la vuelta en otra esquina cuando algo raro, algo completamente fuera de lo común, la hizo detenerse de golpe tratando de esconderse detrás de una, tal vez demasiado pequeña, columna para no ser vista.

-... Ella debería de estar aquí...- escucho decir al hombre que salía de la casa de puerta roja que Jayden tan bien recordaba –Emma me dijo que esta era la casa de sus padres.

-No hay nadie dentro- negó una mujer un poco baja de estatura que Jayden reconocía a la perfección, era Aida, una de las madres de la comunidad –No ha habido nadie vivo aquí desde hace años al parecer.

-Entonces vamos- indico Barry mientras se colocaba nuevamente el cuchillo lleno de sangre en el estuche que colgaba de su cadera –No deben estar muy lejos.

-Esas perras van a pagarnos- gruño otra voz desde algún punto que Jayden no alcanzaba a ver pero que identifico como la voz de Martin –Búsquenla y tráiganla. La quiero de vuelta.

-La encontraremos- hablo la voz de Jorge, uno de los mas jóvenes en el grupo de búsqueda de la comunidad, al que por cierto no conocía de nada, al tiempo que se subía a un auto que la chica pudo identificar como un Cadillac clásico –Solo hay un par lugares donde pueden estar.'

-Si esta con ese hijo de puta voy a matarlo.

La comunidad los había encontrado... Martin la buscaba.

El auto se arranco y comenzo a avanzar calle abajo lentamente.

-Ellos no los han encon...- y mientras la idea de la seguridad del grupo cruzaba por su cabeza una más potente y terrible cruzo su cabeza.

Cruzo corriendo la calle sin importarle demasiado si aun estaban tan cerca como para verla, entro a la casa cuya puerta se encontraba derribada hecha añicos en el suelo y una ola de recuerdos la golpeo mientras cruzaba el pasillo principal corriendo para adentrarse de golpe en el estudio donde un caminante se encontraba tirado en el suelo con un agujero en la cabeza.

-Papi- y no pudo evitar llorar sobre el apestoso cadáver de lo que un día hacia mucho tiempo había sido su padre.

El zombie se encontraba atado de piernas y manos a las patas del escritorio que su madre había atornillado al suelo por miedo que un día entraran a robar su casa y se robaran el escritorio de 5000 dólares que ella tanto adoraba.

-Papi...- y había seguido llorando.


- The force of Thunder - Daryl  Dixon (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora