Por motivos no especificados, Dante y Vergil logran salir del inframundo para seguir con sus vidas. Nero sigue en su trabajo como cazador de demonios y ser una persona responsable de su familia. Su nueva aflicción es mucho peor que matar a engendros...
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No solo ella está sorprendida, Dante y compañía también lo están. Aquel cuarto no poseía absolutamente nada de muebles, casi todo se hallaba en cajas y en algunas repisas que ella misma había puesto. Pero la parte que más la descorazono fue la cama. Era una simple y gastada colchoneta pegada a la pared con algunas viejas cobijas y una horrenda almohada.
-Oh, vaya cuchitril tiene esta muchacha. Mira que vivir en estas condiciones. -exclama Dante súbitamente asombrado –pero miren, tiene un cobertor de tigre de bengala: de los súper calientitos.
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La única que parece entender la escena es Lady. Quien, a pesar de ser una mujer ruda, no pudo contener las lágrimas causando más consternación en Dante y Trish.
-¿Estas llorando? –inquiere Trish al verla en ese estado.
Esta tarda en responder pero lentamente recobra la calma.
-Cuando mi padre asesino a mi madre, me quede en la calle. Con lo poco de mis ahorros, rente una habitación exactamente igual que esta. Me pegaba a una pared donde puse una imagen de mi madre para sentirme protegida. -vuelve a llorar –pobre chica.
Kyrie contempla el lugar. No puede contener más y rompe a llorar.
-Nico... ¿Porque no nos dijiste? -Dante y compañía la miran destrozados por su llanto–todo lo que ganas lo das en esta casa y no te has comprado nada.
Dante recuerda cuando perdió a su familia, vagó solo y que empezó sin nada, al igual que ella. Una llamarada emerge en su interior y precipitadamente se dirige a la salida.
-¿A dónde va? –inquiere Kyrie sobresaltada.
-Ahora regreso, no te preocupes. Chicas, cuídenla en lo que vuelvo. –sin más se va, dejando a las tres consternadas.
Mientras tanto, en las afueras de Fortuna, Nero, Nico y Vergil contemplan a través de la ventana aquellas siluetas que flotan en el aire.
-¿Qué esperan? ¿Por qué no han atacado? –inquiere Nico con sombrío recelo.
Como si la hubiesen escuchado, una de las mujeres que estaba al frente desciende y con gracia toca el suelo. Nico enciende la barra de faros para poder ver con mayor claridad. Nero se arma de valor y se dirige rumbo a la salida, seguido por su padre.
