Misión 1.16: La Reina de Espadas

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- ¿Armas demoniacas? –inquiere Enzo intrigado

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- ¿Armas demoniacas? –inquiere Enzo intrigado. - ¿Por qué una dama tan fina y elegante está interesada en algo así?

-Por qué soy una mercenaria. –responde la enigmática mujer.

-Pues, para ser una mercenaria, es bastante fina y elegante.

-Gracias. –sonríe con sinceridad.

-Bien...-regresando de su magnífico trance. –adelante, le mostrare las armas.

La dama pasa con toda la confianza al arsenal mientras que Enzo observa desde atrás todo el cuerpo de la seductora mujer, imaginando un millón de escenas donde pudiera tener a esa diosa entre sus brazos...bueno, brazo.

Con una llave especial, abre la rejilla donde tiene almacenada todas las armas demoniacas que ha recolectado o comprado a lo largo del tiempo. La mujer esta fascinada por aquel pequeño, pero bien abastecido recinto de armamento que se entroniza en el lugar.

-Dígame Mademoiselle ¿Para qué usar armas demoniacas y no convencionales como todos los demás mercenarios? –inquiere Enzo con una cínica sonrisa.

-Porque mi trabajo es matar a engendros salidos de los confines del averno. –responde con cruda seriedad.

-Ah, algo así como Dante. –sigue con su camino.

- ¿Dante? –se gira a él circunspecta.

-Sí, mi viejo amigo Dante se dedica a matar demonios. La verdad pensé que era una estupidez, de que los demonios no existían, pero conforme paso el tiempo y que luego pusiera mi gorda mano en aquella arma, entendí de la peor manera de que los demonios son reales. –se acaricia el muñón de su brazo.

La mujer ve de reojo su brazo faltante y sigue con su camino.

-Interesante... -se detiene justo frente a Artemis y se agacha para verla la con sumo detenimiento. - ¿Es de Maquiavelli no es así?

-Sí, me parece que sí. –responde sumamente alborotado ya que estaba viendo sin parpadear el trasero de la dama.

- ¡Que buen trasero! –se escucha una voz adicional en el recinto. –sin lugar a dudas, las mujeres humanas son extremadamente sensuales. ¿O tu qué opinas Ruda?

- ¡Estoy de acuerdo contigo Agni! –se escucha otra voz al fondo del pasillo del arsenal.

- ¿Quién dijo eso? –se dirige hacia el fondo del pasillo.

- No... alto, alto mi bella dama... -la detiene Enzo con premura. –esa área es restringida.

- ¿Por qué? –lo mira con detenimiento.

- Porque... porque... -no sabe que decir.

- Descuide Gràdhach (querido)... -pasa su mano en su mejilla. - ¡Voy a estar bien!

Devil May Cry 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora