Capitulo 2

6.1K 413 34
                                    


Alexander POV.

Cambia el ritmo de su respiración y abro los ojos lentamente.

-Buenos días –le digo, y aprieto su cuerpo con mis brazos.

Lo escucho suspirar.

Está recostado sobre mi pecho, con su torso desnudo. Y yo lo envuelvo con mis brazos.

-Buenos días –dice varios segundos después.

Coloco mi mejilla sobre su cabello e inhalo profundamente.

El cabello de Roman siempre huele a fresa. Un gran contraste con su melena de felino.

-¿Vas a ir al trabajo? –me pregunta.

-No –contesto-. Estoy desempleado por ahora.

-¿Desempleado?

-Me contrataron como escolta Privada de la embajadora de España –le explico-. Pero su visita a Washington se ha retrasado.

-¿Y qué haces mientras?

-Nada –me quejo-. No puedo tomar otro caso porque tengo que concentrarme en el de la embajadora hasta que venga.

-¿Y te pagan por eso?

-Si –contesto-. Pero me tienen sin hacer nada.

-Bueno, pero podemos hacer muchas cosas –masculla.

Y comienza a besar mi cuello.

Intento sujetarlo, pero la verdad es que ya extrañaba esta sensación.

Y cuando comienza a descender lo único que hago es sujetarlo del hombro.

Se mete entre las cobijas y comienza a besar a besar mi abdomen, despacio, logrando que mi sangre hierva.

Baja mi bóxer con sus manos, y el tacto sobre mis muslos me provoca unos calofríos en todo el cuerpo.

Besa mi entrepierna, y todos mis músculos se tensan.

Siento su lengua húmeda en la base de mi miembro, que aún no se erecta por completo, y después la calidez de su boca.

Rápidamente empieza a endurecer en su interior, mientras sus manos acarician mi abdomen y mis muslos.

Con una mano me sujeto de los barrotes del respaldo, y con la otra me agarro del colchón con fuerza.

Puedo asegurar que jamás en mi vida me habían hecho sentir tanto placer con sexo oral.

La manera en que Roman lo hace es indescriptible.

Y aunque quisiera poder disfrutarlo por mucho tiempo, estoy seguro que no tardé más de diez minutos en llegar al clímax.

Roman sabe exactamente qué hacer, y me provoca otro de los mejores orgasmos que he sentido.

De esos que te hacen perder el conocimiento durante una fracción de segundos.

Termino jadeando, con una sensibilidad extrema en mi cuerpo, y prácticamente temblando por el placer.

Roman saca mi miembro de su boca, y besa mi abdomen, ascendiendo hasta mi pecho.

Cada que sus labios se juntan con mi piel me provoca un estremecimiento.

-Ahora sí: buenos días –me dice mientras se recuesta a mi lado.

Me quedo recostado en silencio durante un minuto, en lo que termino de recuperarme.

Volteo a verlo, y tiene los ojos cerrados.

HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora