Epilogo

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Alexander POV.


-¡Sophie! –grito en cuanto veo como saca un puñado de tierra del suelo y se lo acerca a la boca.

Me pongo de pie inmediatamente, pero volteo a ver a Roman, quien está dándole un trago a su cerveza.

-¡Roman ve tú! –replico firmemente-. Tú le enseñaste a hacer eso, tu ve y límpiala.

Sonríe y se pone de pie, orgulloso.

Me da una palmada en el hombro y camina hasta Sophie.

Estoy completamente seguro que no va a regañarla, pero al menos espero que le explique él mismo que no puede andar haciendo eso por todos lados.

Roman cruza el jardín tranquilamente, y la niña se emociona al verlo acercarse.

Le muestra sus manos llenas de lodo, y este se pone en cuclillas frente a ella.

Algo le dice y después la carga en brazos procurando no ensuciarse.

Comienzo a sacar las toallitas húmedas para limpiarla, y un vestido limpio de la pañalera, porque a esta distancia ya logro ver que ha quedado llena de lodo.

-¿Qué le pasó? ¿Se calló? –inquiere Daniel acercándose.

Me entrega una cerveza y se para junto a mí.

-Roman la llevó de pesca hace unas semanas, y desde entonces cada que ve un poco de tierra comienza a escarbar para buscar lombrices –le explico-. Tuve que quitar todas las macetas del interior de la casa porque no dejaba de hacerlo.

Daniel se ríe.

-Dannt ha estado sentado bajo el árbol desde que ustedes se fueron –le digo-. No puedo descuidar a Sophie cinco minutos porque atenta contra su propia seguridad. En serio.

-Es la edad –dice este-. Dannt también nos dio muchos dolores de cabeza.

-No te creo nada –exclamo sonriendo-. Dannt es un ángel.

Roman llega hasta nosotros, divertido por traer a Sophie llena de lodo en sus brazos.

Ella me mira y automáticamente extiende sus brazos hacia mí.

-Milla –me dice emocionada, mostrándome sus manitas sucias.

-Sí, mi amor –le digo yo, tomándola en brazos y sentándola sobre la mesa para limpiarla-. Pero ya te dije que eso no se hace si no está papá, ¿Okay?

Se mira las manitas, voltea a verme a mí y asiente.

Esos hermosos ojos grises tienen el mismo efecto en mí que los de Roman.

Jamás podría enojarme con ella.

-Brant dijo que fueras a ayudarle a traer el asador –le dice Daniel a Roman.

-Okay –dice este-. ¿Ocuparás algo? –me pregunta.

-No, aquí tengo todo –respondo mientras me siento frente a Sophie para comenzar a limpiarla.

Por suerte no se ha manchado el cabello ni la cara, así que no tendré que bañarla ahorita.

Roman despeina mi cabello y se marcha hacia el interior de la casa.

-No sé porque presiento que entre Sophie y Roman vuelven tu vida un torbellino –dice Daniel sonriendo, tomando asiento junto a mí.

-No tienes idea –respondo, sonriendo también, porque lidiar con ellos es lo que mantiene mis días iluminados.

HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora