Roman POV.
-Que bueno que viniste –le digo en cuanto se sienta frente a mí-. Creí que no lo harías.
-Sonabas... mal –dice él-. ¿Está todo bien?
Niego con la cabeza.
-Estoy mal –admito sonriendo.
-Te ves –concuerda-. ¿Qué pasa?
-Lamento si te interrumpí. No tengo a nadie más en esta ciudad. Y de verdad necesito hablar con alguien.
-Pues ¿Qué pasó? –Inquiere, mirándome fijamente a los ojos-. Te ves... preocupante.
-Es una estupidez, quizá –admito-. Pero... necesitaba platicarlo. Espero no interrumpir tus actividades.
-No te preocupes –asegura-. Estoy en mi tiempo de comida.
-Gracias –le digo-. Por estar aquí sin conocerme.
-Pareces buena persona, en el fondo –bromea.
Y me hace sonreír.
Aunque sin ganas.
No es la primera vez que venimos a esta cafetería, sin un motivo en específico.
Al principio nuestras reuniones fueron meramente por negocios.
Desde que iniciamos el proceso de compra-venta del departamento, hasta que lo finalizamos.
Después de eso habíamos venido a este lugar en dos ocasiones más.
La primera vez accedió a ayudarme a encontrar un negocio en el cual pudiera invertir.
Y la segunda vez me presentó mis opciones.
Obviamente le dije que le iba a pagar por ese servicio, pero me dijo que no era necesario.
Que se sentía bien ayudando a alguien que no era de la ciudad. Ni del país.
Así que por eso supuse que quizá podría escucharme esta vez.
Por suerte no me equivoqué.
Y de verdad me estaba volviendo loco por no poder hablarlo con nadie.
-Adivinaré –dice-. ¿Mal de amores?
Sonrío.
-Totalmente –admito-. ¿Tanto se me nota?
-Es lo único que podría doblegar a alguien como tú de esa manera.
-¿De verdad? ¿Tan mal me veo?
-Un poco –sonríe-. Además,... es parte de mi trabajo reconocer este tipo de situaciones.
-¿Vender casas te pide eso?
Sonríe ampliamente.
-Ese no es mi trabajo –me explica-. Soy psicólogo. Doy clases en la Universidad de Washington.
-¿Profesor? ¿De verdad? ¿No eres muy joven para eso?
-No aparento la edad que tengo –confiesa-. Pero no vinimos a hablar de mí. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Cómo te puedo ayudar?
-¿Estoy hablando con el psicólogo, o con el de bienes raíces? –le pregunto sonriendo.
-Estás hablando conmigo –dice-. Solo conmigo. Como amigos.
-Okay. Perfecto. Es lo que necesito.
-¿Y bien? ¿Qué pasó? ¿Aún no regresa?
-Sí. Ya regresó –le explico-. Todo estaba bastante bien.
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Hunter
Romance"¿Estás dispuesto a morir por alguien?" me preguntó "Yo no moriría" respondí "Viviría en él".