#28

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Youngho deslizaba el arma en sus manos cuidadosamente, el seguro estaba puesto, no había ningún riesgo en absoluto, pero Chittaphon seguía igual de nervioso con el objeto.

—¿Lo usarás? — Se atrevió a preguntar, subiendo ahora sus piernas al sofá más grande y las abrazo, Youngho estaba a su lado.

—Siento que en mis manos esto no tendrá ningún buen uso. — Respondió Youngho, dejando el arma sobre la mesa de centro. — Nunca he tenido prácticas con las armas, aún cuando las he visto durante toda mi vida, aunque si te soy sincero... Siempre he querido probar una.

—Me pone nervioso. — Dijo, ahora sin mirarle. — Los hombres de mi padre siempre están armados, muchas veces estuve asustado de que pudiesen poner una de sus balas en mi cabeza.

— ¿Te han amenazado con una?—

—Afortunadamente no. — Youngho se estremeció por el tono tan vulnerable utilizado por el más pequeño. — De otro modo seguro me habría hecho en los pantalones. —Pero la risa de Chittaphon parecía relajarlos a ambos.

—Me aseguraré de que nunca te hagas encima.— Chittaphon se rió por la broma del hombre y entonces le vió que extendía su mano.

No tuvo que ser adivino para saber lo que quería.
Chittaphon se incorporó del sofá para caminar hasta estar frente a Youngho y sin pedir ningún permiso, se sentó sobre su regazo.

—¿Qué sucederá desde ahora? Siento que esto no puede mejorar. —

—Va a mejorar, ya verás. — Youngho no lo sabía, solo buscaba dar un sentimiento de calma ficticio al menor, un placebo.

Sus dedos se deslizaron por esa delicada cintura y se detuvo en su cadera, miró los ojos grandes y bonitos del chico por breves instantes antes de bajar a sus labios, mismos que no demoró en besar casta y rápidamente en un movimiento fugaz.

Chittaphon parpadeó con sopresa y el rubor se asomó en sus pálidas mejillas de manera adorable acompañado de esa dulce y tímida sonrisa.

—Creo que puedo acostumbrarme a esto. —Inesperadamente el menor se había inclinando sobre el cuerpo de Youngho y rodeó su cuello, uniendo sus labios en un beso más lento y prolongado.

El americano no se quejó, incluso se aventuró a acariciar la extensión de la cadera del menor.

Quería a Chittaphon, lo quería tanto que dolía muy en el fondo de su corazón.

¿Así podría ser el sentimiento de amor? No sabía si estaba enamorado de él, pero quiso identificar de algún modo la sensación.

Amaba a su madre y cuando murió algo se destrozó en su interior, esa parte afectiva y cariñosa.

Imaginar perder al pequeño tailandés le generaba una sensación similar, dolorosa y cruda que invadía su cuerpo.

—Yo te voy a proteger...— Balbuceó Youngho entre el beso, pero afortunadamente Chittaphon lo entendió y se separó con una brillante sonreía en esos labios hinchados.

—Yo sé que lo harás, pero... —Aquella última palabra llamó la atención de Youngho, Chittaphon había bajado su mirada, parecía absorto en sus pensamientos por escasos segundos y pronto su boca se abrió y cerró, pero nada salió de ella.

—¿Pero?— se aventuró entonces.

—¿Por qué protegerme a mi?— Fue un murmullo, pero alcanzo a entenderlo.

Youngho sonrió con ternura y levantó su mano, acunando el rostro de Chittaphon y de ese modo llamó su atención, quería sus ojos bien puestos en el.

Cry baby.  JOHNTENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora