Capítulo 1 - Confianza.

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-¡Hey, vamos, despierta! -exclamó Billy, sonriendo.

Batson se encontraba encima de Freddy, sobre su abdomen, rodeándole entre sus piernas. No era nada más que una simple postura amistosa, pero ambos jóvenes ya tenían demasiada confianza y en ocasiones eran muy afectuosos. Billy descansó su cuerpo sobre el estómago de Freddy y posó sus manos en sus suaves mejillas. Pudo sentir una calurosa sensación, embriagadora... como si la piel de Freeman hubiese cobrado vida propia y le envolviera atrapándole en sus propios pensamientos. Freddy tenía las piernas extendidas en línea recta, y Billy se había acomodado en su cuerpo sin aviso previo. Pero eso a Freddy no le molestaba en absoluto; sentía que Billy era su alma gemela, la parte paralela de su vida... La pieza clave del puzzle de su felicidad. Pero en aquellos momentos Freddy no era consciente de lo que transcurría en aquella habitación. Eran las siete de la mañana y continuaba completamente dormido, sumido en un sueño profundo y duradero. La noche anterior estuvo hablando con Billy sobre tonterías hasta que Batson se durmió mientras Freddy le narraba con sumo y placentero detalle incontables historias de superhéroes que derrotaban a ruines villanos. Pero eso a Billy no le importaba en absoluto, puesto que ya sabía lo que se sentía. No sólo era un simple adolescente, sino todo un superhéroe que era considerado como el Salvador de Philadelphia. Al igual que Freddy y sus otros hermanos. Aún así, Billy no cortó a Freddy, pues siempre se le ve muy entusiasmado y con la cara llena de luz cada vez que hablaba de sus personajes de cómics y tebeos favoritos.

Billy intentó despertarle de nuevo. Pero no hubo respuesta. A la mierda. Le daría una buena bofetada. Funcionó.

-¡Ayy...! -sollozó el bello durmiente.

-Ahora sí que te despiertas, ¿Verdad?

-Eso es jugar sucio, y lo sabes... ¿No recuerdas la norma? No dar bofetadas... Al menos por la mañana.

-Freddy, ¿Acaso olvidas qué yo nunca sigo las normas?

-Hay una clara diferencia entre ser responsable y ser un capullo. -aclaró.

-Y tu lo estás siendo ahora. ¡Vamos levanta, hay qué bajar a desayunar!

-Cinco minutos más... -expresó, pegando el costado izquierdo de su cara sobre la arrugada almohada.

-¡De eso nada!

Billy comenzó a hacerle cosquillas. Freddy rio y sonrió. Dios, eso sí que era empezar bien el día. Los dos jóvenes, ambos sonrojados, se miraron por unos segundos. Sí, tal vez fueron unos pocos segundos, ágiles y superfluos, pero hubo una química que fluyó entre sus ojos y se diluyó en sus pupilas. Su conexión era más fuerte cada día, y ellos lo sabían. Freddy suspiró, apretado sobre el musculoso cuerpo de Billy, quién se limitó a sonreír y a acariciar levemente la mejilla derecha del rizado.

-Enserio, Freddy, ya es hora...

-¿Cómo voy a levantarme si no te quitas? No digo que me desagraden tus métodos matutinos para...

-Vale, vale, ya me levanto... -obedeció Billy. A veces Freddy se ponía muy pesado hablando de cosas normales y corrientes. Y lo peor de todo es que no descansaba hasta dar un fuerte y alentador argumento.

Ambos se levantaron y salieron de la habitación compartida. Hicieron las típicas cosas que hacían antes de ir a la escuela: bajar a desayunar con el resto de la familia, lavarse los dientes y vestirse. Así es. No había tiempo para nada más. Ni siquiera de ver la televisión por unos escasos minutos. Y aunque Billy y Freddy se habían convertido en mejores amigos, a pesar de todos los baches que habían transcurrido por el camino, hacían todo juntos menos cambiarse de ropa. Billy siempre iba al baño a desvestirse. Freddy no se lo cuestionaba; simplemente pensaba que era cuestión de falta de confianza o que con el tiempo Billy se sentiría más "en casa" y no le ocultaría nada, ni siquiera su cuerpo desnudo. Algún día se lo preguntaría, quizá más pronto de lo imaginado. Así pues, cargando las mochilas y caminando a paso ligero, la familia Vázquez abandonó la casa de acogida y se dirigió hasta su destino, el colegio. Lo más duro para los dos hermanos era que estaban separados casi todo el día. Sólo podían verse en los descansos y en las comidas. Era un asco. Querían verse las caras a todas horas y hablar sin parar. Al fin y al cabo, se habían convertido en dos seres inseparables, como si tuvieran la sensación de estar encadenados mutuamente. Las horas pasaban lentas cuando estaban separados, el tiempo se ralentizaba y la realidad se convertía en eternidad. Oh, qué triste se sentía Freddy, solo en su clase, sin poder hacer rabiar a Billy o apoyarse sobre él sin motivo alguno. Eso es lo que a él le gustaba últimamente, estar alrededor de Billy. Sentía calor. Sentía alivio. Se sentía protegido.

🌟 FOREVER 🌟 [A Freebat story; love + smut]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora