Capítulo 10 - Mira A Sus Ojos Y Verás Lo Que Sabe.

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La luna ondeaba el horizonte y reflejaba sus efímeros rayos plateados sobre los párpados de Freddy, quién se encontraba postrado ante la ventana. Era más de media noche, pero no podía dormir, no podía conciliar el sueño. Necesitaba pensar, reflexionar y ordenar sus pensamientos en su ya, desde hacía un espeso tiempo, desordenada cabeza. Apoyando su hombro derecho sobre el filo del escabroso ventanal, Freddy comenzó a imaginarse cómo sería su vida si Billy no hubiera aparecido en ella: sólo e incomprendido, sin un alma gemela que se empeñase en que sus días fueran oro, sin un protector leal que le salvara de sus peores temores, alguien que velara por su seguridad y que le amara a pesar de sus defectos, de sus inquietudes y de sus inseguridades. No le cabía la menor duda de que era feliz. Es más, al fin había conseguido expresarse y ser él mismo ante Billy, quién había hecho lo propio y había dado el primer paso al besarle aquella noche de hielo y heridas. Aquella noche inolvidable, que nunca se desintegraría de sus recuerdos. Su corazón palpitaba al hacer memoria de cada beso, cada caricia y cada roce con los labios de Billy, los cuales le atrapaban y le convertían en un indefenso prisionero del amor incondicional que profesaba por su querido y adorado amigo. Amaba la forma en la que Billy le trataba y cómo siempre le hacía sentir especial. Freddy sabía que siempre había sido diferente al resto; un chico característico y apasionado. Pero con Billy desahogaba todo su amor reprimido... Y al igual que Batson, el hecho de estar bajo sus brazos le agradandaba el corazón. Aquella conexión que ambos tuvieron desde el primer día acabó explotando y resurgiendo con la unión de su primer beso, desatando una serie de ásperos y desenfrenados encuentros en los cuales Billy y Freddy se besaban intensamente mientras sus cuerpos se pegaban al del otro y sus brazos se entrelazaban al igual que sus piernas. Pero su mundo interior se desmoronó cuando Billy le dijo que no estaba seguro de todo aquello, de su relación y de aquellos furtivos, aunque inesperados, besos bajo sus viejas literas de madera. Tal vez fuera real, o una escusa superflua para alargar la situación, pero Freddy sabía que no podía negar lo ocurrido: aquellos mimos mientras le cuidaba las heridas, aquellas caricias sobre sus mejillas... Sabía de sobra que nadie realmente olvidaba la verdad, sino que se convertían en mejores mentirosos. Pero Billy había acabado aceptando sus sentimientos, y para su suerte, no quería separarse de él jamás. No podía seguir ocultando sus sentimientos por su compañero de habitación por el resto de su vida. Algún día tendrían que anunciar su relación y Freddy no se sentía preparado. Billy era su mejor amigo y, de pronto, se había convertido en su novio, en su fiel y preferido confidente. Era consciente de que no sabía ocultar secretos por mucho tiempo, y que más pronto que tarde su familia y el resto de personas a su alrededor se enterarían de su relación amorosa con Billy.

Más tarde, pensó en cómo había logrado sobrevivir a situaciones desgarradoras a lo largo de su corta vida. Inicialmente, al salir con vida de aquel accidente de coche que le trastocó una de sus piernas y fulminó la vida de sus padres. O cuando tuvo que aguantar el ser llevado a un centro de acogida cuando su familia restante rechazó hacerse cargo de él cuando tan sólo tenía seis años. O más recientemente, al tener que sobrellevar los insultos, las ofensas y las burlas en la escuela. No tenía amigos. Pero, según él, tampoco los necesitaba teniendo a Billy al resto de su familia. Ellos le habían enseñado a evolucionar y a ser mejor persona. Como un campo que florece tras una larga sequía.

Por un breve momento, Freddy fijó su mirada en el horizonte y se planteó cómo de feliz sería su vida en un futuro no muy próximo. ¿Seguiría Billy siendo su novio? ¿Se mudaría de la ciudad? ¿Tendría el trabajo de sus sueños? Todas aquellas preguntas no tenían una respuesta concisa, y ante la incertidumbre, decidió voltearse y volver a dormir. La noche era larga y su futuro podía esperar un poco más.

Justo cuando apoyó su muleta contra la pared y se detuvo ante su cama, en la cual estaba tumbado Billy, pudo escuchar cómo este mencionó su nombre entre sus sueños. "Freddy, amor...", balbuceó el bello durmiente. Freddy sonrió sin contemplaciones. Dios, cómo amaba a ese chico y qué hermoso se veía mientras dormía. Su largo flequillo descansaba sobre su frente, y su boca, medio abierta, soltaba pequeñas bocanadas de aire. Freddy abrió la sábana y se pegó a Billy, acurrucándose entre sus brazos y deseando que aquellos momentos nunca terminaran.

Pero todo tiene un fin. Y a la corta, o a la larga, todo acaba.

🌟 FOREVER 🌟 [A Freebat story; love + smut]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora