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La verdad era que no pensó que su regreso al piso 48 fuera la gran cosa.

Harry le había explicado, en pocas palabras, que era estrictamente necesario que se mantuviera alejado del piso 50 durante la semana antes de su celo, principalmente para que pudiera trabajar sin la preocupación de no saber en qué momento el celo comenzaría, y además, para protegerse en caso de que lo hiciera y su celo lo atacara en un piso repleto de alfas.

Regresar a donde había comenzado no le parecía la gran cosa.

Era cierto, no estaba particularmente emocionado por ver a George y a su aura petulante, o estar en el piso que Ross comandaba como si en eso se le fuera la vida, pero sabía que estaba allí por su propio bien. Además, no era como si Harry lo hubiera enviado de regreso con una patada en el trasero. Era más bien todo lo contrario.

El día anterior, el cual sería el último día en el que Niall trabajaría en su oficina antes de su celo, Harry lo había recibido con su café favorito de Dolce Talia esperándolo en su escritorio. Al almuerzo, lo tomo del brazo y lo llevo hasta los elevadores diciéndole que tenían cosas del caso que conversar, así que las hablarían durante un almuerzo en Bonfino. A la hora de salir, le dijo que podía llevarlo a su departamento.

Y entonces se fueron juntos.

En retrospectiva, quizás no había sido la mejor de las ideas besarse como dos adolescentes hormonales con Liam manejando, pero en su defensa, Harry había comenzado y Liam de seguro había firmado un acuerdo de confidencialidad, por lo que no tenían mucho de qué preocuparse.

Asi que, no tenía nada de qué avergonzarse por estar allí de vuelta. No había hecho nada malo, todo era solo para su protección, y no se había ganado el repudió de Harry, todo lo contrario.

Pero a penas las puertas del elevador se abrieron, notó que en el piso 48 las personas tenían otra idea.

Fue recibido por ojos curiosos, sonrisas burlonas y murmullos a su paso.

Lo primero que vio, por el rabillo de su ojo, fue a George junto a la cafetera mirándolo con una sonrisa mientras hablaba por lo bajo a otro colega, probablemente a costas de él. Niall trató de ignorar su mirada triunfante, su sonrisa cínica y lo que fuera que él y su amigo estuvieran especulando.

En vez de preocuparse de los rumores que podían correr en la oficina sobre su llegada, Niall decidió concentrarse en hacer su trabajo y en hacerlo bien.

Mallory estaba en el mismo cubículo de siempre, con el escritorio lleno de papeles y unos cuantos post-it pegados por todas partes. No levantó la mirada al sentirlo llegar y acomodarse en el cubículo junto a ella, pero al menos tuvo la amabilidad de hablarle directamente.

— ¿te castigaron por algo? —preguntó mientras tipeaba rápidamente algo en su computadora. Niall se desinfló en un suspiro y desplomó la caja con sus cosas en su nuevo, pequeño y claustrofóbico espacio de trabajo.

— Nada de eso. ¿Cómo estás?

La chica respondió un "bien. Nadando en trabajo" y Niall asintió con una sonrisa simpatizante antes de acomodarse en su cubículo.

Extrañaba el lindo escritorio que Harry había preparado para él, la oficina espaciosa con aire acondicionado y la música clásica que sonaba todo los días de fondo.

Extrañaba mirar a su derecha y ver el perfil del atractivo alfa concentrado en su trabajo, pensar algo en voz alta y recibir un "silencio, me desconcentras" o un severo "Niall" para hacerlo callar. Extrañaba también como a veces, cuando el trabajo no era demasiado absorbente, ambos se encontraban en conversaciones casuales sobre cualquier cosa en la que ninguno de los dos se atrevía a poner mucha atención, pero que de alguna forma lograban arrancarse sonrisas de buen humor.

say my name ; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora