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Las sospechas de Niall comenzaron esa misma mañana.

Se desenredó de los brazos de su alfa a altas horas de la madrugada, el cielo de la ciudad todavía pintado de un profundo azul oscuro que bien podía significar que todavía no eran ni las dos.

Desorientado como estaba, estiró una mano adormilada hasta su velador y tanteó con algo de letargo por la superficie del mueble hasta encontrar su teléfono. Eran las 4:37, y Niall tuvo que rápidamente obligarse a no pensar en las razones que lo habían despertado a esas horas tan tempranas, y en verlo de una manera más positiva. Despertarse antes que Harry era una oportunidad de ser por primera vez en su vida el que despertaba primero y actuaba como un adulto funcional en días laborales. Trató de no reírse solo para no despertar a Harry y arruinar su tiempo de ventaja. Se deslizó por la cama tratando de que el colchón no se hundiera ni un centímetro más de lo que debería y cuando estuvo a punto de marcharse, sentado al borde de la cama, miró de reojo a su alfa en lo que pretendía sería una simple mirada de soslayo para confirmar que seguía durmiendo, pero sus ojos traicioneros decidieron quedarse varados allí un poco de tiempo más.

El rostro de Harry era atractivo incluso mientras dormía.

Después de todo, sus días comenzaban siempre siendo despertado por él, y no viceversa así que verlo en un apacible sueño era un privilegio. Se retuvo de darle un pequeño beso en la frente nada más porque no quería despertarlo, pero la idea era tentadora y sus facciones, comúnmente contraídas en un semblante áspero ahora descansaban relajadas inclinándose con costumbre a su lado de la cama haciéndolo parecer quince años más joven.

Niall sonrió de buen humor antes de bajarse de la cama por completo, y fue entonces que la primera sospecha apareció.

Apenas puso los pies en el piso su cabeza comenzó a dar vueltas por un mareo poco usual.

Desorientado, se sentó al borde de la cama mientras una extraña sensación embargaba a su corazón y a su cabeza. Estaba comenzando tener un extraño presentimiento, una idea sin nombre que apareció con un pequeño hormigueo que le erizó los vellos de la nuca.

Después de un rato sentado y con los pies anclados al piso tratando de calmar sus extrañas nauseas, el indició de una insólita palabra apareció en su mente mientras trataba de encontrar las razones por lo que se sentía tan raro.

Fue rápido. El pensamiento apareció y le congeló la sangre, deteniendo su corazón de paso.

No. No podía ser... ¿cierto?

Casi al segundo en el que retomó sus funciones motoras, su corazón comenzó a palpitarle con extrema rapidez, tanto así que casi podía escucharlo retumbar como tambor en la habitación.

Trató de recomponerse. Tragó aire por la boca con la esperanza de ahuyentar aquella extraña sensación, de que su sangre retomara su rutinario caudal, pero todas las extremidades seguían dormidas. No quiso mirar a Harry en caso de que al hacerlo escapará de él su versión asustadiza e impulsiva, así que enfocó los ojos en un punto cualquiera del piso y esperó a que el tremor pasara. Tenía que calmarse.

La segunda vez que se puso de pie el mareo pareció desaparecer como si se tratara de una mala broma producto de las horas indignas y su sueño arrastrado. Caminó hasta el baño sin sacudir por completo el extraño presentimiento. Algo no estaba bien con él, y estaba comenzando a sentirse como un idiota por culpar a un hotdog.

No quería pensarlo, pero las ideas volaban por su cabeza y su estómago se sentía a punto de llegar a sus rodillas. Cuando entró a la ducha su mente todavía estaba corriendo a doscientos kilómetros por hora y no se podía enfocar. Las ideas desconectadas que surgieron en su mente le estaban dificultando hasta respirar. Pensó que el agua caliente lo relajaría, y con un movimiento la temperatura del agua cambió, nublando su vista y empañando los de la ducha. La puso en máxima presión, solo para mayor desconcentración.

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