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"¿Cómo cuidar de un alfa en celo?"

Había leído artículos al respecto toda la mañana. Google era especialmente útil en casos de total ignorancia, pero ni siquiera el mejor artículo de "WikiHow" podría ayudarlo con su nerviosismo de omega inexperto. Pasar un celo con un alfa era como perder la virginidad, las personas podían dar "tips" y se podía averiguar todo al respecto, pero le costaba imaginar cómo ideas generalizadas podían traspasarse a una experiencia tan íntima y especial.

Releer las "cinco cosas que los alfas disfrutan durante su celo" era especialmente difícil en un celular cuya pantalla medía menos que una caja de fósforos y todavía tenía teclas para los números, y aunque le gustaba sentir la nostalgia de los 2000 cada vez que cerraba el celular después de una llamada por que le recordaba a su padre, no valía la pena torturarse más con un equipo cuya segmentación de mercado apuntada a los ancianos de manera ofensiva si consideraba que tenía un celular perfectamente funcional al cuidado de Jo.

Así que mientras dejaba la compra en el moderno comedor de vidrio de Harry, comenzó a planear su día.

Harry aún estaba en un sueño profundo y ya era mediodía, por lo que probablemente él resfriado y la llegada de su celo estaban arruinando la perfecta rutina de alguien metódico como ninguno. Y aunque el alfa se había encargado de repetirle que su resfrío ya no era más que el fantasma de un dolor corporal, incomodidad en la garganta y uno que otro escalofrió, con su etapa "desastrosa" ya superada, Niall todavía creía que prepararle un zumo de naranja para el desayuno, una sopa de pollo para el almuerzo y unos caramelos de miel que vio en la farmacia no eran medidas demasiado dramáticas.

También tenía que abastecerse de agua, preparar comida liviana y fácil de comer durante el celo, tratar de hacer algo con la fiebre de Harry, ir donde Jo y buscar sus cosas para el fin de semana que pasarían encerrados y ver si Harry estaba bien con su suministro de condones y lubricantes, porque... era un celo. El celo que por fin pasarían juntos.

No tenía ni idea de qué tipo de lubricante compraba Harry pero hasta el momento no tenía ninguna queja. No era ni muy pegajoso y su duración era buena, así que la experiencia siempre había sido placentera. El tema de los condones quizás era algo pendiente, porque Niall estaba dispuesto a que dejaran de usarlos ahora que eran oficiales, novios, o lo que sea que Harry le había intentado decir mientras él se dormía acurrucado a su pecho.

No estaba muy seguro, pero podía jurar que había susurrado con un poco de somnolencia un curioso "ahora estamos... juntos, ¿cierto?" y aunque estaba adormilado se las había arreglado para asentir con la mejilla pegada en su piel calientita y eso era tan bueno como un "¿quieres ser mi novio'" que no había escuchado desde los dieciséis.

Decidió concentrarse en lo que tenía qué hacer antes de ponerse a recordar como bobo enamorado lo atractivo que era Harry y lo romántico que le parecía a veces, incluso cuando ni siquiera quería serlo, e iniciar rápidamente con su lista de tareas. Se agachó frente a los muebles de la cocina bien equipada para buscar un exprimidor, o alguna maquinita que lo ayudara a hacer el zumo y se dio cuenta, con un poco de fastidio, que la cocina de Harry no le iba a poner las cosas fáciles.

Ya le había tomado unos cuantos minutos de su mañana encontrar la esquiva despensa, que resultaba estar integrada a un mobiliario con acabado de madera negra casi imposible de notar que se desplazaba automáticamente y se mimetizaba con el resto de los muebles, pero encontrar los cuchillos apropiados, una tabla de picar y algo para extraer el jugo de la naranja parecía ser una odisea aparte.

Se preguntó si al decir algo cómo "Alexa, pon música" algunos parlantes imaginarios incluidos en el departamento súper tecnológico comenzarían a reproducir alguna sonata para piano de Chopin que Harry tendría guardada en alguna lista de reproducción privada y le daría a toda esa aventura del zumo unos aires un poco más sofisticados.

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