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Lo que había creído sería su gran historia de amor había terminado en el mayor desastre de la historia, y a Niall ahora le tocaba lidiar con las secuelas de sus impulsos, entendiendo ahora que limpiar los escombros de su atolondrado corazón era más fácil dicho que hecho.

Se había levantado una hora antes de su alarma usual solo para darse tiempo extra para una ducha larga, un buen desayuno y una pequeña charla motivacional frente al espejo que lo había hecho lagrimear un poco. Aun así, con ambos pies puestos en Miller & Davis, la sensación que le carcomía el estómago seguía siendo completamente desoladora.

No quería ver a Harry, no quería escuchar su voz, ni enfrentarlo, ni sentirlo cerca de él. Pero aquella parte de su ser, esa que se valía de su orgullo y dignidad, lo obligaban a mantenerse en una pieza y a ser fuerte solo para demostrarse una simple cosa: no era el tipo de omega que se escondía ante los problemas y que no afrontaba sus propias decisiones.

La oficina recién estaba comenzando a funcionar, pero los teléfonos ya sonaban y los asociados ya corrían camino a sus cubículos para responder a los alfas senior y a sus casos de millones de dólares. Niall respiró profundo, se dio una última pizca de aliento y dobló el pasillo directo a la temida oficina del alfa Styles.

De camino vio a Gemma, que para su suerte estaba contestando una llamada y logró saludarla con una sonrisa a medias que la secretaria no supo descifrar.

Sabía que pronto tendría que sucumbir a sus preguntas. Tendría suerte si de alguna manera Gemma ya sabía del fiasco de ayer, pero conociendo la mala costumbre de Harry... o alfa Styles (como le había pedido que lo llamara ahora) de nunca decir nada, lo más probable era que su hermana no supiera absolutamente nada.

Quizás a medida que pasaba el día notaría que las cosas cosas no iban bien, y eso sería suficiente como para no hacerla curiosear más de la cuenta, pero trataba de no mantener las esperanzas muy elevadas.

Entró a la oficina con tranquilidad luego de notar que estaba completamente vacía.

Se sentó en su escritorio, se puso los audífonos y prendió su computadora para retomar el trabajo que tenía pendiente.

Si las cosas iban bien, el alfa entendería el acuerdo tácito de ignorarse mutuamente, sino, bien tendría que juntar el valor para decirlo.

Su jefe llegó al poco rato después, entrando en la oficina como un ser inmaculado cuya presencia asustaba a los plebeyos.

Niall respiró su esencia y el olor del perfume que alguna vez le entregó para que lo acompañara durante su celo inundo sus fosas nasales, y el recuerdo de lo mucho que lo había necesitado hizo de su estómago un nudo, paralizándolo por completo.

Vio al alfa moverse hasta su escritorio sin dirigirle ni una sola mirada, mucho menos una palabra, y Niall de pronto se dio cuenta que estaba aguantando la respiración.

Continuó trabajando, mientras el alfa comenzaba su día ladrándole órdenes a Gemma, y programando una reunión con un cliente a las 10:30.

Niall cruzó los dedos secretamente, y rogó para que el alfa tuviera un día repleto de reuniones.

Si todo salía bien, así no lo vería durante algunas horas.

*

Louis recibió el mensaje a las 12:15. Justo en el mismo instante en que Sara pasaba por su cubículo a dejar la carpeta con los currículos filtrados de los postulantes al cargo de asistente jurídico que le tocaba ahora organizar.

Su impresión fue tal, que se puso instantáneamente de pie, tan rápido que casi volteó el café que tenía sobre su escritorio, y su silla ergonómica casi se cae de espaldas.

say my name ; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora