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Era diciembre. 3 de diciembre para ser exactos.

Hundiéndose en el sofá y en los cientos de cojines que se posaban a lo largo del mueble, Niall botó un suspiro contra la taza de té caliente que sostenía entre ambas manos. Respiró el olor a menta mientras cerraba los ojos, y por un segundo, trató ingenuamente de detener el mundo.

No funcionó, claro.

Antes de que pudiera ahogarse en pensamientos justo y como había hecho desde que leyó su nombre en el periódico, una mano grande, reconfortante y casi tan cálida como la porcelana aclimatada por su té, se posó sobre su hombro llamando su atención. Cuando él no abrió los ojos ni levantó la cabeza en su dirección enseguida, la mano se deslizó hasta varar en su nuca con intima naturalidad.

Nunca había pensado en el poder que tenía la mano de un alfa en su nuca.

Bebió otro sorbo de su té y se dio cuenta que, con la fragancia del alfa en su proximidad, la menta ya no se notaba tan fuerte.

— Niall...

Apretó la taza entre sus manos.

— Estoy bien.

¿Lo estaba? Debería estarlo. Acababa de leer el anuncio publicado en el New York Times durante el desayuno, bajo la atenta mirada de a quien sentía como su alfa inspeccionarlo en silencio e interrumpiendo su torrente de pensamientos con un, bastante diplomático "no es necesario que digas nada".

Pero quería decir muchas cosas. Quería preguntarle sobre aquel "te amo" explicito entre las tres líneas que marcaban su futuro, sobre la construcción del mensaje, el momento en que lo había enviado, y sobre todo lo que ahora tendrían que hacer. El anuncio había sido un pie en el acelerador para todo lo que venía, y aunque ni siquiera eran las ocho, Gemma ya le había mandado un correo con todo su itinerario para las próximas dos semanas.

Tendrían navidad libre, lo cual era bueno porque le hacía ilusión compartirla con Harry sin el estrés de ceremonias, clases y banquetes, pero no sabía por qué se sentía tan desencajado.

¿Era porque no había logrado decirle "te amo" con un besote como en las películas? ¿Por qué de pronto sentía que todo estaba pasando muy rápido, y él solo era un ajeno observador? ¿O por qué sentía que la presura de Harry era deliberada por algo que ocultaba?

— Háblame. No te agobies tu solo. — le dijo, y su mano abandonó su nuca.

Tomó una bocanada de aire con la esperanza de que lo ayudara a ordenar un poco sus ideas, y el alfa por su parte merodeó a su alrededor tratando de decidir el mejor lugar para aquella extraña conversación.

Ninguno de los dos entendía bien qué era lo que tenían apresado en sus pechos, sabían lo que iban a decir, o detectaban los sentimientos arraigados que sobrevolaban sus decisiones como fantasmas de una maldición a 30 años. Estuvieran o no preparados, el decaído ambiente indicaba que la conversación ocurriría lo quisieran o no.

El alfa se detuvo frente a él con ambas manos en los bolsillos de su pantalón, y su largo abrigo negro colgándole de un brazo. Su posición no era intimidante ni resguardada, aunque su fachada compuesta ya casi no lo engañaba. Ahora apreciaba su estado de alerta delatado por su mandíbula tensa en un rostro forzado a la inexpresividad.

— Me llegó un correo de Gemma. Dice que la ceremonia será el 14.

Harry no perdió un segundo en responder.

— ¿Entonces te disgusta la fecha de la ceremonia, no el anuncio?

Su ceño se frunció ante la extraña suposición. ¿Se había golpeado la cabeza mientras dormía o qué? La taza entre sus manos bajó para apoyarse sobre sus rodillas, y trató con fuerzas de reprimir el "idiota" que estaba a punto de escaparse de sus labios.

say my name ; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora