De pie, cubierta de sangre frente al Demonio de la Radio, me sentí intimidada.
- Se ve usted, absolutamente deliciosa, señorita - Sus palabras provocaron un extraño efecto en mí, pues mi corazón latió muy rápido y me costaba tragar saliva. Uno de mis compañeros interrumpió el momento.
Se trataba de Lowell, uno de los que habían salido a fumar un rato antes.
- Monique, te ves terrible, necesitas darte una ducha. - Sonreí por un momento y asentí con la cabeza. Di la media vuelta y miré al Demonio de la Radio antes de salir. El seguía viéndome como si fuera a saltar sobre mí cualquier momento.
Me duché rápido en la sala de descanso. Salí y me puse unos scrubs limpios, mi bata blanca era una causa perdida, tendría que lavarla en casa. Eché toda mi ropa sucia en una bolsa roja y la metí en mi mochila. Miré el reloj, ya casi era mi hora de salida. Salí al pasillo y me dirigí a la sala de choque, donde había dejado mi termo de café. Sin la bata, los scrubs dejaban ver mi complexión y mis formas, que, según mi opinión, no estaban nada mal.
Tomé el termo y levanté la vista. El Demonio de la Radio estaba de pie y me miraba de arriba abajo. Era mucho más alto que yo. Me miró entornando los ojos y sonriendo. Tronó sus dedos y sobre su cuerpo apareció un fabuloso traje color vino.
- Señor ahh... Demonio de la Radio, no creo que debería... -
- Alastor, mi bella salvadora. – Me había interrumpido y tomaba mi mano depositando otro beso sobre ella. El cabello en mi nuca se erizó. Pero continué.
-Creo que debería pasar la noche aquí, la intoxicación por monóxido de carbono que ocurre en víctimas en incendios... - empecé a emitir mis recomendaciones, a lo que él me escuchó con atención. Cuando terminé, me sonrió ampliamente. Tragué saliva.
-Me siento mucho mejor. Agradezco sus atenciones. Envíenme la cuenta con estos datos. - Y me extendió un papel con su letra manuscrita. Salió por la puerta de ambulancias y lo perdí de vista.
Dejé la información que me había dado en la recepción y salí por la puerta principal. Hacía una tarde perfecta.
Caminé las 10 cuadras que separaban el hospital de mi departamento. A pesar de tener un auto híbrido nuevo en el garaje, prefería caminar.
Lo primero que hice al llegar, fue echar la ropa ensangrentada en la lavadora, con mucho jabón y desinfectante.
El lugar estaba impecable. Ni una sola cosa fuera de lugar, ni una mota de polvo sobre los muebles. Era un lugar muy amplio, tenía dos recámaras, una mía y una para visitantes, en medio un estudio lo bastante grande para colocar un sillón diván para leer, escritorio y mesita para el café. En las paredes, del piso al techo, había libros y más libros. Del otro lado de la habitación de visitas, había una habitación con espejos en todas las paredes, en la que me gustaba bailar y cantar. El resto del espacio lo ocupaban la cocina con su alacena que era una pequeña habitación llena de ingredientes gourmet y conservas. Y una sala con un sillón grande, frente a un televisor grande que tenía entrepaños, donde se observaban diferentes consolas de videojuegos. Dejé mi mochila junto a la puerta y entré a la cocina con mi termo en las manos. Me terminé el resto del café y me preparé un snack ligero. Lo comí despacio sobre la barra de granito donde solía comer. El día había sido muy pesado.
Lavé los platos y los sequé con cuidado. Colocándolos de nuevo en su lugar en un cajón debajo del horno.
Me di una ducha nuevamente, esta vez lavando mi cabello con esmero. Al salir, lo unté con un poco de tratamiento capilar. Y lo peiné con mis dedos. Intenté hacer que se ondulara con mis manos, pero sabía que eventualmente, al secarse, por el peso solo se notarían las ondas hasta muy cerca de las puntas.
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Trembling
RomanceHola. Lo que comenzó como un proyecto loco de un AlastorXYou, es ahora una precuela e historia paralela a Oh My Alpha, narrada en primera persona, que contiene explicaciones a muchas de las cosas que pasaron o pasarán en la historia principal. La t...