2nd Season/ Part 2: Secrets

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- Pero que feliz se te ve. –

Adele me miró, riendo con sorna. Y no era para menos.

Había pasado las ultimas horas intentando salir de la casa, siendo atajada en todas las ocasiones por Niffty o Husk.

Finalmente me dejé caer en el mar de cojines bajo el tragaluz y refunfuñé hasta que tocaron el timbre.

Mi aspecto era horrible, y mi cabello estaba desordenado y lleno de estática.

-Adele, llévame contigo... - Le miré haciendo un puchero.

La expresión en su rostro se dulcificó.

- Alguien le tiene miedo al compromiso, después de todo... - Y acarició mi cabeza. Detrás de ella, entró Alex, a quien quise abrazar, pero me esquivó con un gesto nervioso, y me señalo con la mirada, hacia la calle.

Asentí y me precipité fuera de la casa, buscando una ruta para escapar. Pero unos brazos conocidos me rodearon por la cintura.

- Monique, ¿Qué crees que haces? – Su voz cargada de estática me hizo sentir temor durante unos segundos.

- ¿Qué parece que hago, Al? Me marcho de aquí. – Quise zafarme, pero los tentáculos me rodearon los tobillos y me sujetaron contra el césped. Mis hombros se tensaron y Alastor cubrió mi boca con su mano para que mi grito no se escuchara, soltando de inmediato mis tobillos.

-Ya me lo imaginaba. Lamento haberte asustado querida. Anoche quería probar algo diferente. Mi intención no fue herirte. Lamento que en el forcejeo te hicieras todas esas marcas. – Hizo una pausa y suspiró.

- Creí que te prendería lo de los tentáculos, pero ya veo que te resulta desagradable. - Me soltó y permanecí dándole la espalda unos momentos. Alastor tenía razón, yo había entrado en pánico, y había escapado después de abofetearlo.

Apreté los puños y me di la vuelta para encararlo. Pero el gesto de tristeza en su rostro me hizo un nudo en la garganta. Lo abracé y le acaricié el cabello de la nuca.

- Lo siento Al. – Lo besé despacio, sintiendo la suavidad de sus labios sobre los míos. Sus dedos se enredaron en mi cabello y tiraron de el un poco hacia atrás, jadeé.

- Ejem – Un carraspeo agudo nos interrumpió. ¡Que oportuno! ¡Estábamos afuera, en el jardín!

Niffty nos observaba de reojo, mientras recuperábamos la compostura, la seguimos dentro de la casa, en donde Alex amenazaba a Adele con uno de los cojines de la sala.

Me aproximé en seguida y, tomando otro cojín, intenté golpearlo, pero me esquivó y en un ágil movimiento, me dio la vuelta para situarse a mi espalda. Si alguna vez se preguntaron quien ganaría en reflejos y fuerza de ataque entre un Fennec y un jaguar... pues sabrán que unos minutos después yacía abatida entre los cojines, riendo.

A nuestro alrededor, las personas se movían rápido, acomodando cosas y colgando cuadros en las paredes.

Para cuando Alex me dio la mano y salimos de entre los cojines, el lugar era otro.

La mayoría de los cuadros eran de nosotros. Alastor tomaba muchas fotografías con una cámara vieja y gastada. Todas eran de excelente calidad, y vaya que era difícil lograrlo, con la poca luz que había en el infierno.

Caminé en silencio por el corredor, hasta parar en un pequeño cuadro en el que yacía desnuda boca abajo, dormida. En la foto solo se veían mis hombros y mi rostro. En mi mano izquierda, la piedrecilla roja lucía en mi mano.

-Esa foto es mi favorita. Incluso se alcanza a ver tu marca de vínculo. – Alastor hablaba a un volumen bajísimo en mi oído. Estudié la fotografía y comprobé que era cierto. Estaba completamente marcada... como suya.

TremblingWhere stories live. Discover now