En la agencia de omegas, se encontraba Kaminari algo emocionado relatándole a todos como le había ido.
— ¡Y entonces, él sacó unas flores y me pidió matrimonio! — chilló.
— ¡¿Qué?! — gritaron todos y cada uno de los omegas que estaban a su alrededor.
El chico mostró una sonrisa dando a relucir sus dientes blancos. Entonces estiró su brazo y mostró su pulsera que se había tornado color blanco.
— ¡No puede ser! ¡Estamos frente a un omega comprometido! — chilló Mina.
Todos empezaron a murmurar y murmurar. Unos lo veían como un omega asombroso y otros como el número 100 de la lista, el omega menos sensual del lugar, ni siquiera sabían que le había visto el alfa.
— ¿Dónde está Midoriya? ¡Quisiera contarle! — dijo animado.
Todos se miraron.
— Bueno...Él ha sido elegido como la pareja del hijo de los Bakugo. — respondió Tsuyu.
— ¡¿Qué?! — sus ojos casi se salen de sus órbitas. — Vaya, me pierdo un día y pasan mil cosas.
— El punto es... que ya no creo que lo volvamos a ver por un buen tiempo. — dijo Uraraka.— de cualquier modo ustedes dos nos han inspirado. Nos han hecho ver que nosotros también somos capaces de ser amados. Debemos esforzarnos al máximo para salir de aquí.
Entonces el resto de los omegas alzaron sus manos animados.
— ¡Si! — gritaron.
Kaminari fue a su habitación a empacar y se despidió de sus amigos, prometiéndoles que algún día volvería.
Entonces, sin nada más que decir se marchó en la misma limusina que ayer lo había llevado a la cena romántica.
[...]
Deku estaba en su nueva habitación, era bastante inmensa en realidad.
— Bien señorito, espero se sienta cómodo. — dijo una vocecilla. — ahs, cuanto mataría por estar en su lugar.
El omega volteó de un lado a otro sin poder ver a nadie.
— ¡Estoy aquí! — gruñó.
Entonces él bajó la mirada y se encontró con un muy bajito omega sirviente.
Los ojos de ambos se encontraron y entonces los dos se sorprendieron y se señalaron.
— ¡Mineta! — gritó Izuku.
— ¡Midoriya! — gritó éste.
Los dos no se veían desde hacía ya muchos años.
— ¡Estás vivo! — se dijeron ambos a la vez .
Entonces se abrazaron mutuamente.
Los dos tomaron asiento, en los sillones de la habitación. Mineta sirvió té y los dos empezaron a charlar.
— Recuerdo que hace doce años... ese hombre te apuñaló Mineta. Me amenazó con hacerme lo mismo que a ti el último día que lo vi. No sabía si estabas vivo o no. — habló él peliverde.
Mineta puso una sonrisa triste y miró el vapor de su té subir y mezclarse con el aire.
— Yo... estuve muy cerca de morir.— empezó.— me arrepentí de haberlo desobedecido. Me sentí realmente estúpido. Porque... por alguna razón... yo quería seguir viviendo.
Luego miró a su amigo de la infancia.
— Él me abandonó en el basurero fuera del edificio sin importarle tener un niño a punto de morir al lado de su puerta. Personas pasaban, yo estiraba mi mano como podía y les suplicaba con la mirada pero... ellos al verme se aterrorizaban y se iban corriendo.
— Dios, suena horrible.— dijo Midoriya al ver el rostro de dolor de su amigo y sus pupilas dilatarse.
— Así es... entonces llegaron los Bakugo que estaban negociando la venta de un omega con industrias Himiko y... se compadecieron de mí. Ellos me trajeron, me cuidaron hasta estar curado. Ellos me dieron trabajo aquí desde entonces. ¿Y tú? ¿Cómo es que... saliste de ese lugar?
Él bajó la mirada.
— Yo... fui el omega al que compraron los Bakugo. Al despertar luego de ser torturado, me encontraba en el hospital y ellos estaban frente a mi. Me dieron trabajo de modelo y cuando crecí me prostituían en su agencia. — respondió.
Los dos suspiran.
— Que vidas tan difíciles hemos tenido ¿no? — dijo Mineta.
— Así es.— concordó Midoriya.
Mineta se levanta, mira por la ventana el cielo estrellado y suspira con una mirada entre seria y triste.
— Es el precio a pagar por haber nacido omegas.
Esa era la triste realidad. Ellos estaban allí, a salvo, cada uno por una causa distinta pero a final de cuentas estaban con vida.
En ese instante él se despidió, tenía que continuar con su labor.
El chico se quedó solo.
[...]
Era la hora de la cena, allí estaba él. Todo incomodo, estaba sentado en una enorme y larga mesa muy alejado de la mujer, quien se encontraba en la silla del fondo. También del padre, pero el chico alfa optó por sentarse al lado de su omega elegido.
El pecoso se sentía nervioso y ansioso.
— Es un placer, aunque ya nos conocíamos. — habló el amable señor.
Era cierto, él los conocía porque los había visto en su niñez.Él podía percibir un aura muy distinta emanando de ambos progenitores. El hombre, lucía tan amable y amoroso... En cambio la mujer era tan intimidante como su hijo.
Pensó entonces que la razón por la que salvaron a Mineta fue gracias a ese señor de corazón bondadoso.
— Un...gusto volverlo a ver...señor.
Él sonrió.
— Serás una buena pareja para nuestro hijo.
La mujer puso ojos de bestia mirando a su marido.
— ¡Eso lo decido yo! — rugió.
El hombre se achicó y el hijo no se inmutó.
— S...si mi amor lo que tú digas. — respondió nervioso.
¿Cómo soportaba ese señor vivir entre dos bestias?
Él comenzó a temer de ser forzado a casarse con un hombre del que estaba asustado. No quería quedarse solo con él en una habitación, eso le ponía los pelos de punta.
— ¡Deku! — gritó de pronto el chico temperamental haciéndolo sobresaltar. — ¡Tú, yo, mañana! ¡UNA CITA! ¡¿ME HAZ ENTENDIDO?!
Él agitó la cabeza de arriba a abajo varias veces con gran rapidez. Dándole a entender que había captado.
— ¡BIEN!
Dicho eso, se llevó el tenedor a la boca y empezó a masticar como una fiera. Todas sus frustraciones las pagaban esos pobres alimentos.
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Pequeño Omega Izuku x Katsuki (+18)
FanfictionSipnosis: Los dos saben que está mal, pero aún así sus pieles arden al tocarse. Los dos saben que está prohibido, pero prefieren tomar el riesgo. [Alerta] °Esta historia tiene contenido de sexo explicito, maltratos, intentos de suicidio, asesinatos...