MI PEQUEÑO ALFA: Prólogo

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Allí estaba él.

Era un hombre mayor el cual llevaba años entre rejas pagando por sus crímenes.

Su sonrisa era amplia.

Tallaba una figurita de madera con un cuchillo de cocina muy lentamente mientras se encontraba sentado en su cama de la cárcel, portando su uniforme naranja vivo. Él sonreía con malicia mientras continuaba rasgando la madera con el filo.

— De nuevo.— dice su compañero de celda, un hombre corpulento y repleto de tatuajes.

El hombre rubio levanta la mirada ante esas palabras.

— ¿Qué cosa?

— Ese chico omega, lo haz tallado ya diecisiete  veces. — responde.— ¿Tanto te gusta?

Entonces el hombre al entender la pregunta ríe como loco, como enfermo.

— Oye... Tranquilo viejo.

Luego de tanto reír se limpia una pequeña lagrimita y luego mira nuevamente a su compañero de celda.

— No podía olvidar la cara del omega que mató a mi hija menor, hizo que mi hijo mayor me traicionara y además me mandó a prisión. Por cada año hago una nueva figurilla de madera con su rostro solo... Para tenerlo siempre en mi mente.

El hombre de los tatuajes se sienta en la cama del frente.

— Pues ya son  diecisiete entonces.

— Y ya no habrán más.— volvió a sonreír.

En ese momento un policía se acerca a la celda.

— ¡202, tiene visitas! — dice.

El hombre mira su número en el uniforme. Sonríe y deja su cuchillo debajo de la almohada disimuladamente y la figurilla sobre ella.

Él no había tenido visitas desde que lo encerraron, pero bien sabía que este día llegaría. Estaba todo planeado.

Él era muy peligroso y había amenazado a los policías, por eso conseguía cosas como cuchillos, o... Enviar cartas a encondidas.

Cartas.

Ninguna era respondida, pero la insistencia da frutos.

Él camina esposado hasta la sala de visitas y se sienta observando a su hijo mayor del otro lado del cristal.

— Hola, Ten.

Ten Himiko tenía su rostro sombrío, sin vida. No quería estar allí, tan solo ver a su padre hacia que se le revolviera el estómago y pensara en cosas pasadas.

— Parece que luego de que fueras más que libre decidiste tratar de escapar de mí. Pero creeme, siempre te encontraré. ¿O no te han llegado cartas mías a tus ultimas dos casas, o a tu trabajo?

Eso asustó al chico, pero no se doblegó.

—¿Qué es lo que pretendes con todo ese acoso mediante cartas?— cuestionó. — ¡Estoy harto de ellas!, tengo una nueva vida y tú no estás en ella ni en mis futuros planes.

El padre sonrió.

— No recibirás más cartas a menos que me ayudes a salir de este encierro. Ayudame a escapar.

Ten frunció el ceño.

— La respuesta es no.

— ¿No?, ¿le niegas una orden a tu padre?— se acercó más al vidrio que los separaba.—  Soy tu padre y estás condenado a arder conmigo en el infierno. Tienes esas dos manos manchadas de sangre, y ese estúpido pe*n* que tienes entre las piernas ha incluso sido responsable de la muerte de niñas pequeñas.

Ten empezó a temblar.

— No quieras engañarte haciéndote el santo ahora, el renovado. Sé todo de ti. Como que te imprimaste de un patético omega que no puede dar a luz y adoptaste a una niña beta. Pero lo que aquí se hace, aquí se paga. Tu realmente tratas de enmascararte pero eres de sangre fría y tu naturaleza es matar y violar.

Esas palabras afectaron de manera catastrófica a Ten, quien se levanta y golpea la mesa con rudeza.

— ¡Así como a las aves pueden volver a crecerle las alas y las serpientes pueden cambiar diariamente de piel, así como una oruga puede volverse mariposa todo ser humano es capaz de cambiar su naturaleza! Entendí de que todo lo que tú me enseñaste eran cosas inhumanas, crecí sin ningún sentimiento y luego... Comprendí qué era lo bello y aprendí a amarlo todo. Solo así supe que estuve mal desde el principio y ahora no estoy solo. No soy la misma persona que era.

El padre solo hacia muecas burlonas  ante lo que decía.

— El pasado no puede ser apagado.— responde.— las vidas que destruiste jamás volverán y la sangre de tus manos jamás desaparecerá. Tus pies están encadenados y cuando mueras esas cadenas te arrastrarán hasta el infierno. Si quieres disfrutar de tu patética vida terrenal te daré esta última oportunidad. Liberame.

— No.

El progenitor se hecha hacia atrás. Realmente había perdido el control sobre las decisiones de su hijo. Era frustrante lo que un maldito omega peliverde podía lograr.

Él le arrebató todo.

Ahora se vengaría.

— Entonces, si salgo de aquí por mi cuenta haré de tu vida un maldito infierno. Así sabrás lo que te espera allí abajo. No solo Midoriya, tú también la pagarás caro.

Ten se encaminó a la salida ignorando los gritos de su progenitor.

— ¡LA PAGARÁS! — golpea los vidrios con rudeza y los policías vigilantes corren a sostenerlo. Él hace fuerzas.— ¡LA PAGARÁS!

Ten se detiene frente a la salida, luego de un suspiro la atraviesa y cierra la puerta sin mirar atrás.

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¡Holaa! ¡Chicos y chicas he vueltooo!, ¿cómo están?

He visto que han disfrutado mucho de mi historia por lo que decidí traer una secuela corta. ¿Qué dicen? ¿Se animan a leerla?, si es así voten y comenten con alegría.

Los quiero mucho, aprecio su apoyo. Espero entonces su respuesta y si es afirmativa subiré mi "pequeño alfa" justo aquí, abajito de "mi pequeño omega"

Me despido, bye bye!

Pequeño Omega Izuku x Katsuki (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora