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     No pensé que este día llegaría, pero aquí estoy. Hay momentos en la vida de lucidez, pierdes el control de tu mente por un segundo, y recuerdos de tu otra vida vuelven. El tiempo se acaba y no crees capaz de saber por qué ha sucedido.

Pero ha pasado.

Hera Daniela es una niña estupenda. Va por su tercer mes, y cada día está más grande. Sus ojos se han ido aclarando hacia un gris perlado, no me quiero emocionar porque sé que hasta que no termine su lactancia, no se sabrá con exactitud cuál será su color definitivo.

Cada día enamora más a Marvel, y temo que lo tenga como figura paterna ya que él no se separa de ella. Él no lo sabe, pero sé que piensa en ella como su hija, al igual que mi hija lo verá como un padre.

No sé si estoy lista para ello, a pesar de todo, entre Marvel y yo no hay nada.

Termino de tomar todas las cosas necesarias que apunté en la lista de compra. Hera comienza a llorar en cuanto llego a la caja, disimulo mi mejor sonrisa hacia el pobre hombre que espera con paciencia que termine de colocar todo en la cinta deslizante.

Busco con insistencia el chupete en el bolso del bebé, lo encuentro y en cuestión de segundos su llanto cesa. El cajero suelta un suspiro que escucho claramente, aunque él intenta ocultarlo. Sus mejillas se tornan de un rosa pálido, lo que me causa gracia.

De vuelta en el coche, Hera está dormida, por lo que la coloco en su asiento para bebés. Guardo las bolsas en el maletero del coche, entonces se escucha un ruido y un pequeño sollozo llena mis oídos. Mi cuerpo se tensa con rapidez, tomo la llave inglesa del recambio de rueda del coche y me giro dispuesta a defenderme, pero entonces me encuentro con una mujer.

—Tranquila, fiera —susurra, aparta el arma de su rostro y comienza mecer al bebé—. Lamento haberte asustado, no era mi intención.

—¿De qué te conozco? —frunzo el ceño—. Me luces familiar.

—No sé, ¿quizás de que viniste a mi club, pidiendo unirte a él, como tapadera para que Ezra llegara hasta mí? —pregunta con sarcasmo.

Entonces, en unos segundos, mi mente hace clic: Jem. Ella es la mujer por la que Ezra está tan desesperado. Observo con intensidad al bebé que sostiene entre sus brazos, ella se da cuenta e intenta taparlo con su mano. Niego con la cabeza y termino de guardar mis bolsas.

—¿A qué debo tu asaltamiento, querida? —arqueo mi ceja en su dirección, cerrando la puerta del coche.

—¿Aun lo quieres?

Detengo todos mis movimientos, paralizada por un momento porque no estoy segura de si me está ofreciendo lo que creo que es. Me giro hacia ella, da dos pasos hacia atrás cuando ocupo su espacio personal, pero sonríe.

—¿Qué me estás ofreciendo? —junto mis brazos.

—Unirte.

—¿A tu club?

—Claro —asiente—. Serías una más. ¿Qué se te da bien?

—Sacar a Marvel de sitio. —respondo demasiado rápido.

Ella alza una ceja hacia mí, cierro los ojos y niego. Mi mente actúa por separado de mi cuerpo, durante estas últimas semanas mi cabeza ha estado centrada en solo una cosa: que Marvel puede llevar razón. Y, a pesar de que he intentado alejar ese pensamiento, sé que existe la posibilidad.

Y eso es lo que me asusta.

—No sé por qué me sorprende, si ese chico es un completo..., en fin. Tú me entiendes.

Lost & Found © (Bloody Hell MC #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora