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Lo estoy haciendo. No me puedo creer que esté tomando un paso tan grande. Realmente he encontrado un apartamento económico a tan solo dos calles detrás del club. ¡Hera y yo estaremos viviendo juntas! Solas.

     No sé nada de Marvel desde hace dos semanas. Su confesión me tomó por sorpresa y no supe qué responder. Tampoco reaccionar, así que hice lo que mejor se me da: poner distancia. Sé que estoy haciéndole daño, pero soy una cobarde.

     Jem me ayuda a cargar las cajas hacia el coche y espera paciente a que Hera deje su berrinche y plante su culo de bebé en el asiento.

     —Ten cuidado, Karen, por favor —suplica—. Y recuerda: si no puedes continuar viviendo allí, vuelve. Aquí siempre estaremos esperándote con los brazos abiertos.

     —Muchas gracias —susurro y la abrazo dejando caer algunas lágrimas, ¡malditas hormonas de mierda!—. Perdón, las hormonas. —me justifico una vez nos hemos separado mientras limpio mis lágrimas.

     Beso su mejilla antes de alejarme y entrar en el coche. Varias compañeras esperan en la puerta, algunas saludan y otras les es indiferente. Golpeo dos veces el claxon y escucho algunos gritos. Sonrío entre lágrimas.

     Dos calles después, estaciono mi auto y bajo con una sonrisa. Por fin. No es muy grande, lo suficiente para nosotras dos. Es completamente celeste, excepto algunos trazos en blanco como el marco de la puerta de entrada y el de las ventanas.

     Dejo la puerta del asiento trasero abierto mientras saco las cajas del maletero. Son tres viajes, pero por fin las cajas están dentro. Vuelvo a por mi hija, no se despierta ni aunque caiga una bomba a su lado. La acomodo en el sofá, regalo de Jem, alrededor de cojines para asegurarme que no se cae.

     Tardo treinta minutos en sacar y colocar todo. Y con ayuda de una limpieza rápida, cuarenta y cinco minutos después, la casa está como a mí me gusta. Gracias a los antiguos propietarios, estaba limpia. Ahora, lo está el doble.

     Tomo de nuevo a Hera en brazos y ruego a Dios para que no se levante, la dejo sobre su cuna y beso su mejilla. Cierro todas las persianas dejándola en una leve penumbra, enciendo el walkie talkie y me llevo el otro.

     Lo último que queda es darle una capa de pintura a la casa. Primero será una de color blanco, para eliminar los restos del celeste. Y, por último, una amarilla bebé. Salgo con el latón de pintura blanca fuera, y a pesar de que hacer calor, es soportable.

     Tapo mi nariz y boca con una mascarilla para asegurarme que el olor no daña al bebé.

      —Ni se te ocurra, mujer.

     Suelto la brocha del susto. Tres miembros de Bloody Hell están frente a mi casa nueva: Bobby, Ares y Marvel. Suelto un suspiro porque realmente no los esperaba. Por la mirada desaprobatoria, sé que ha sido este último quien me ha asustado.

      —Enhorabuena por ese bebé. —murmura Ares antes de besar mi mejilla.

     —Gracias.

     —Estoy seguro de que disfrutaste creándolo, ¿verdad? —bromea Bobby que se gana un golpe en las costillas por parte de Marvel—. Maldito hijo de puta, ¡era una broma! Te llevaré ante Rosalía, ¡cortará tu polla!

     —Dejen de jugar y ayuden. Karen, querida, puedes relajarte dentro. Nosotros nos encargaremos de hacerlo. —señala con la brocha hacia la puerta.

     No es una sugerencia, realmente me está mandando. Que no engañe su apelativo cariñoso, acaba de salir el Presidente que lleva dentro.

     Primero niego, pero abro mis ojos sorprendida cuando los tres hombres frente a mí se deshacen de sus camisetas sin mangas y quedan desnudos de cintura para arriba. El sonrojo no tarda en aparecer y corro hacia dentro.

Lost & Found © (Bloody Hell MC #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora