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      —Nunca se obtiene suficiente cuando estás comiendo un coño. Y si te has cansado, es porque no has encontrado uno lo suficientemente bueno.

Detengo mis pasos ante la puerta del club, aprieto a Hera contra mi pecho y cierro los ojos dejando caer un largo suspiro. Hunter se adelanta y abre la puerta para mí mientras le dedico mi mejor sonrisa de agradecimiento.

El club está lleno. La doctora llamó ayer con buenas noticias: Hera Daniela puede venir a casa conmigo. Le proporcionaron oxígeno vía máquina por seis días, y gracias al cielo, ha mejorado. Lo que no escuché de la doctora fue que podría durar solo un par de semanas, mientras en mi mente me imaginé a mi pequeña e indefensa bebé toda su vida con un cable conectado a una bombona de oxígeno.

Hera está sana, aunque debe seguir yendo cada semana a su chequeo para comprobar que todo esté mejorando.

—Gracias por tu comentario, Marvel —interrumpe Rosalía la conversación entre los hombres saliendo del pasillo de los dormitorios—, pero no es necesario que vayas comentando por el club qué tan bueno eres comiendo coños. Gracias por tu aportación.

—Tranquila, nena. Siempre estoy a tu disposición para que no estés desatendida. —guiña un ojo Bobby en su dirección.

—Calla, imbécil. Ahora mismo te odio por poner otro bebé dentro de mí. Aunque yo también soy culpable, te abrí las piernas a ti y a tu maldito pollón porque claro, ¡nadie se puede resistir a semejante semental! —termina exclamando.

—Debido a mi largo historial con las chicas, no te niego que soy un semental —murmura antes de besar sus labios. Ella se queja durante unos segundos, pero continúa el beso.

Jared, el hijo pequeño de Ares y Dafne, sale de la sala de reuniones en el momento exacto que mis muslos tocan el sofá del salón. Exclama demasiado fuerte mi nombre, corre hasta llegar a mí, trepa por mis piernas y se sienta a mi lado esperando.

—Hola, guapo. ¿Qué tal estás? —pregunto.

—Ben. ¿Bebé? —señala el bulto entre mis brazos.

Asiento. Con cuidado, agarro firmemente la cabeza de Hera y la separo de mi pecho. Hace una mueca de protesta, pero enseguida se calma y adopta una postura cómoda. Jared exclama y golpea sus manos, lo que me saca una sonrisa.

—Señorito, le presento a Hera Daniela.

—¡Bebé! —exclama—. Bebé, bebé, bebé.

Rio. Por un momento, salgo de mi burbuja y me percato de que todos están pendientes de nosotros. Un sonrojo cubre mis mejillas. El Presidente no tarda en caminar hasta nosotros, toma a su hijo en sus brazos y me dedica una sonrisa antes de bajar su estatura y dejar un leve beso sobre la frente de mi bebé.

—Hera Daniela, bienvenida al club. —susurra Ares.

Dafne y Rosalía en segundos están a mi lado, ambas llorando y sin vocalizar, algo que no logro entender. Rio con ellas, aunque mi mejor amiga está en medio de un ataque. Recibo enhorabuenas de parte de todos, por no hablar de la felicidad extrema que ha mostrado Lucifer, padre de Ares, cuando ha cogido en brazos a Hera.

—¡Pero si es preciosa! —grita lleno de felicidad—. Se parece a Daniels.

Asiento, orgullosa. Daniels puede que no esté presente, pero su espíritu lo está, y sé que está cuidando de su hija. Dejo a todos alrededor de la niña, en brazos de una muy embarazada Rosalía que no sabe cómo acomodar la niña teniendo tremenda barriga; la cual ha aparecido en días. Corro a la habitación que se me ha acordado, y tomo un biberón del cajón.

Lost & Found © (Bloody Hell MC #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora