EL PRINCIPIO DEL FIN

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Tengo que pensar rápido. ¿Qué digo?

¿¡Qué hago!?

—¿Pero qué dices? —intento parecer calmada—. Si tú ni siquiera estabas esta mañana.

Enrique se encoge de hombros.

—Me he enterado de la apuesta. Y ya sabes lo que me gusta jugar a este tipo de cosas...

Ruedo los ojos.

—Ludópata.

Enrique suelta una carcajada, pero Aaron tiende la mano.

—El recibo.

—Eh... —piensa, piensa, piensa—. Lo he tirado. Sí. Lo he tirado de camino.

Pero Bernard niega con la cabeza.

—¿Con todas esas chorradas que dices siempre en tus vídeos sobre salvar el planeta? No me lo trago.

—¡Reciclado! —he perdido el control. La desesperación me invade—. Lo he reciclado de camino a casa.

Cornelius bufa.

—Y un cuerno —se recuesta en la pared—. Admítelo. No lo has conseguido.

Y, entonces, un momento de claridad:

—¿Y entonces de dónde ha salido la docena que he traido listillo? ¿Crees que esos once huevos se han comprado solos? —Seguridad, Raymunda, seguridad, así se lo creerá.

Francesco se ríe. No sé ni de dónde ha salido.

—¿Veis? Es imposible que haya podido comprarlos ella, no creo que sepa ni cómo es un huevo.

—Pues para que lo sepas, he ido al supermercado y he hecho la cola e incluso he conocido a un dependiente majísimo —que no, pero ellos no tienen por qué saberlo—. hasta nos hemos hecho amigos.

—¿Ah, sí? ¿Y como se llama tu supuesto amigo? —pregunta Gilbert con desconfianza.

Poco a poco, mis hermanos se han ido reuniedo a nuestro alrededor. Tengo que seguir con mi mentira. ¿Qué nombre le pongo al patán ese?

—Eh... —¿Cómo puede llamarse alguien tan grande y sexy? ¿¡Pero qué digo!? Recuerda que es tu archienemigo, Raymunda... ¿Marco? No, no se lo creerían—. Hmmm, sí, se llama, eh... Huevín. Exacto. Se llama Huevín.

Un silencio reina en la sala.

Haroldo estalla en una carcajada. Y todos empiezan a reír.

Muy bien, Raymunda, tú siempre cagándola... Aunque tengo que decir que estás divina con ese outfit.

¿Y tú quién eres? ¿Qué haces en mi cabeza si no tienes brillo?

Soy tu conciencia. Puedes llamarme como quieras.

No comprendo lo que está pasando. ¿Mi enemigo acérrimo me habrá golpeado en la cabeza? Es cierto que no recuerdo el final de nuestro encuentro...

Pero tengo que responder a mi consciencia. Si es mía, seguro que será casi tan divina como yo.

Y se está impacientando.

¿Cómo quieres llamarme?

A partir de ahora serás Estrella; no pienso tener algo en la cabeza que no brille.

Después de una interesante conversación con Estrella sobre champú salgo disimuladamente del salón. Voy a mi gigantesca habitación para así evitar a mis hermanos, que total se han puesto a hablar de sandeces y no se han enterado de mi huida.

Allí, prepararo todos los modelitos que Noke me ha enviado para mi sesión de fotos de la tarde con unos jugadores de waterpolo de la Universidad de Chikogo.

No sé mucho de waterpolo, pero no creo que correr por el césped con estos bañadores sea lo más adecuado. Aunque seguro que los partidos son dignos de ver; voy a tener que mirar si usan pelota, o bate, o algo. Dudo que sea un deporte de lucha o artes marciales, pero ni idea...

Al menos solo voy a tener que posar; no quiero acabar sudada y arruinar mi imagen.

Cuando lo tengo todo listo subo una historia en Eemstogram para poner al dia a mis seguidores y me dirijo a la Universidad para la sesión.

WaterloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora