EL DESASTRE

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Por un momento me quedo en estado de stock; no puedo creer lo que me está pasando... ¡de todas las personas que hay en Chikogo y resulta que mi compañero de fotografías es el dependiente!

A veces pienso que mi vida es un drama.

Tranquila, Ray, tranquila. Será una simple sesión, después cada uno seguirá su camino; espero que sean paralelos, como aquellas pestañas que vi en un vídeo de makeup.

Imran nos hace un ademán para que lo sigamos. Marco empieza a caminar, yo me espero unos segundos hasta que los dos se giran y se quedan mirándome.

Perfecto, justo lo que yo quería. Así podrán apreciar el modelo que he preparado para la ocasión: una camiseta llena de botones peluditos combinado con una falda súper mona que compré el otro día en Paolo Rodolpho Laurin.

Noto una cierta ira en los ojos de Marco. No sé qué le pasa a este chico, en serio. Ya me pareció peculiar cuando me lo encontré en el Despacho Orbal. Admito que mi presencia puede resultar un poco intimidante al principio, pero en el fondo soy un encanto de persona.

Caminamos por un pasillo adoquinado que parece no acabar nunca. Imran nos ofrece varias veces ir en avioneta pero por algún motivo místico, que desconozco, Marco se niega en rotundo todas las veces. Ahora me explico de dónde sale esa musculatura resplandeciente: sus abdominales brillan bajo el ocaso del atardecer y los brazos emiten una energía que me transportan a una dimensión desconocida. No puedo dejar de mirarlo.

Me sonrojo.

Es como si un hechizo me estuviese atontando. ¿Es posible dar like fuera Eenstogram?

Raymunda, para ya. No debes olvidar lo mal que te ha tratado (y encima no me sigue en ninguna de mis redes sociales). Esto no puede seguir así.

Un massive nudo recorre mi garganta: es placentero, pero al mismo tiempo me hiere.

Para cuando me quiero dar cuenta ya hemos llegado a nuestro destino. Una esplanada quilométrica se extiende delante de mi makeup. Miro a mi derecha y veo una fuente colosal. Tengo que subir una imagen de este lugar a Eenstogram. Busco entre mis bolsos el smartphone que tiene la aplicación instalada.

Esto de tener una app por smarty puede resultar cansino. Mientras abro la cámara voy pensando en el filtro que usaré. Para esta tonalidad blanco-roñosa quedaría muy bien el HappyEgg, ¿o mejor 4everDoppler?

No. Ninguno de los dos

Probemos con InfinteSiblings. Tampoco.

Me empieza a caer un líquido de la frente. ¿Qué narices es esto? Creo que se llama sudor. Debe ser fruto de mi arduo trabajo.

¡Claro! ¿Cómo no lo había pensado?; Polo es el filtro perfecto. Ya está. Ahora solo me queda cuadrar la imagen.

AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH.

Veo el pálido careto de Imran asomar por mi cámara. Casi me muero, pensaba que era un fantasma que venía a robarme el corazón.

—Raymunda, Marco. La sesión va a empezar ahora. Comenzaremos con la sesión individual.

Es el turno de Marco y como no quiero darle el placer de hacerle sentir importante escondo mi rostro detrás del teléfono más grande que tengo. Ya de paso tampoco se me ven las rodillas.

Una fuerza magnética levanta mi mirada de la pantalla y se posa en esa V tan perfecta que parece sonreírme desde el cuerpo de Marco. Sigo mirando hacia arriba. Repaso el abdomen bien definido, luego me fijo en el pecho titánico y finalmente me paro en sus ojos de mil colores. Me quedo un rato atontada, perdida en esa mirada mágica. Para cuando me quiero dar cuenta él también parece estar mirándome y, para mi sorpresa veo como aparece una leve sonrisa.

Me pongo nerviosa y dejo de mirar.

—Raymunda, ahora te toca a ti. Por favor, Marco, retírate de la fuente.

Me quito mi conjunto tan sumamente mono y me quedo en bañador (el de Noke).

Pongo mi mejor sonrisa. Un poco de flash por aquí, un poco por allá. Antes de que me quiera dar cuenta Imran dice:

—Raymunda, ya hemos acabado con la sesión individual. Ahora quiero que os pongáis los dos delante de la fuente.

Marco se sitúa a mi derecha. Nos miramos durante un instante. Parece que el mundo se detiene.

Oigo a Imran de fondo, me molesta el gruñido que emite desde su boca pero decido ignorarlo.

De repente me resbalo con algún material.
Instantes más tarde me encuentro debajo del agua salada de río de la fuente.

Intento respirar pero no puedo. ¿Qué está pasando aquí? Nada importa, veo cómo Marco se me acerca con una sonrisa de jugador de waterpolo.

Sus manos firmes y suaves se posan en mi espalda. Me coge como si fuera un bebé y lentamente me acerca hacia ese abdominal impenetrable.

Una vez estamos en la superficie me dirige una sonrisa rápida. Me siento humillada pero al mismo tiempo estoy a gusto.

De reojo veo que el color blanco de Imran ha desaparecido para dejar paso a un rojo turquesa.

WaterloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora