Díos

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La puerta del piso se abrio por medio del hombre dejando pasar a la bella mujer, lo único que pude decir internamente fue Wow, definitivamente estaba viendo a Díos encarnado.

Vestía un pantalón gucci color marrón claro con detalles oscuros y una camisa blanca, olgada y abierta por encima del abdomen, que se permitía ver. Su pelo de puntas verdosas se asomaba detrás de sus orejas permitiéndome ver cada uno de sus hermosos pendientes color oro. Se veía realmente asombrosa, solo por qué había gente alrededor nuestro no me caí al suelo muerta por lo que mis ojos estaban apreciando. Describo su Outfit completo por qué es digno de ello, debería ser enmarcado, premiado, rezado, alabado, y además estábamos combinadas por el marrón, cosa que me emocionaba aún más.

La peliazul, o peliverde, se acercó mientras yo hacía lo mismo. Disimuladamente, la mire de arriba a abajo visualizando su cuerpo que era arte puro.

- Gracias por sorprenderme - dije dándole un beso en su mejilla.

- Te gusto? - pregunto tímidamente. - no sabía que elegir. - Nos sentamos en la mesa.

- Me encantó. - dije con una sonrisa. - yo tampoco sabía que ponerme. - me reí sutilmente.

- Bueno, a mí también me encanto - río conmigo.

Julio y el resto de los mayordomos aparecieron por la puerta de la azotea, uno de ellos coloco una servilleta en la falda de la mujer de enfrente y otra en la mía. Detrás de el apareció otro que dejó un plato en frente de cada una, allí estaba la entrada.

La peliazul miro sorprendida los platos que contenían una deliciosa comida sumamente elegante.

- Así recibes a todos tus invitados? - tomo su tenedor para comenzar a degustar.

- No. - apareció Julio con una botella de vino tinto, sirvió en dos copas grandes y las dejo de cada lado. Agradecí al hombre y continúe con lo que estaba diciendo. - Solo a la gente que quiero impresionar. - Bebí un sorbo de la bebida, estaba exquisita.

- Me quieres impresionar?. - negué falsamente con la cabeza y una sonrisa.

- Tu que crees?. - dije mientras la veía degustar el plato. - soy muy obvia?.

- Un poco. - río tímidamente.- el vino te delata. - sonreí ante su comentario, a partir de ese día, el vino me traería a la mente el nombre María José.

- Como estás de tu golpe? - pregunté recordando la noche anterior. - Mejor?.

- Un poco, sigo sintiendo el inodoro impactar contra mi espalda pero sí.- me reí ante lo dicho, era muy gracioso pensar en cómo había echo para darse semejante golpe.

Comenzamos a hablar de muchísimos temas, la conversación con Poché jamás se acababa, teníamos tantas cosas para discutir y conversar, que sentía que era la persona que había estado buscando toda mi vida y no encontraba.
Me contó de sus estudios, sus planes a futuro, su hermana, su papá, también me contó que su idea era retomar y finalizar sus estudios de dirección de cine para algún día ir a vivir a Los Angeles. Me gustaba conocer cada partecita de ella, todo lo que me decía me parecía sumamente interesante y podía escucharla hacerlo por el resto de mi vida.

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- Entonces vives sola? En este inmenso lugar? - pregunto sorprendida.

- Así es - respondí apoyándome en el barandal del lugar. - Sola, solita.

- Es hermoso, realmente. - hizo lo mismo colocándose a mi lado.

- Tu eres hermosa. - me gire en su dirección quedando muy cerca de ella. - Quieres bailar? - pregunté tomando su mano al verla asentir. - Ven. - la lleve hasta el centro del piso bajo la luz de la luna y el brillo de las estrellas.

Bonita Casualidad - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora