Panico

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Ví a Mario darse vuelta al escuchar el sonido de la puerta, sus ojos se clavaron en mí, analizaba mi atuendo de arriba a abajo, miraba mis manos con la ropa, se quedó fijo cuando vio mi ropa interior blanca colgar de mis manos, sin decir una sola palabra deje todo sobre un banquito que había al costado de la puerta del lado izquierdo y me dirigí al baño, con su mirada que me seguía, caminaba y mis piernas temblaban, por primera vez sentía miedo físico de estar en la misma habitación que el, de que otra vez me diera el mismo golpe que la noche anterior, cuando por el simple echo de querer salir esa noche, y no estar con el, estampó su mano sobre mi mejilla derecha, con una fuerza superior a la que es posible imaginar, dónde dejó la marca de un anillo, dónde dejó una cicatriz, dónde dejó ruborizado por el ardor.

Al entrar al baño, me senté sobre el inodoro, llevando mis manos hacia mi pecho, me sentía atrapada, asustada, desprotegida, respire un par de veces para calmarme pero fue en vano, estaba teniendo un ataque de panico. Sentía que el pecho me iba a explotar, me levanté de la taza, colocándome en frente al espejo, me mire detalladamente y cuando no pude más explote en un llanto que no tenía desde hace muchísimo tiempo. El pánico que sentía estaba profundizandose, pero tome control sobre lo que estaba ocurriendo, recite la frase que mi mamá decía siempre cuando estos ataques ocurrían, "No te estás muriendo, es solo un momento", dije repetidas veces hacia mí mientras me miraba en el espejo, "yo estoy aquí, me tienes a mí", Mi espiración se comenzó a normalizar poco a poco. Con dificultad respire hondo 20 veces mientras contaba, mi psiquiatra me lo había recomendado, que cuando tuviera un ataque, dijera lo que me gustaba oír y que respirara, eso era fundamental.

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Luego de unos minutos, ya más tranquila volví a respirar para poder salir del cubículo y enfrentar ese miedo.
Antes de abrir apoye mi cabeza en la puerta recapacitando todo lo que estaba enfrentando. Acto seguido me dispuse a girar la perilla, encontrandome con el chico del otro lado, lo mire sin decir nada.

—Dónde estabas? — dijo rompiendo ese silencio que parecía eterno, no podía responder, como la frase lo decía "me habían comido la lengua los ratones".
—Perdon — dijo al ver que no contestaba, intento acercar su mano derecha a mi mejilla, que todavía se notaba el color rojizo, me hize para atrás evitando que me tocara.

—Que haces? —pregunté al ver lo que intentaba hacer, me sentía acorralada, el bloqueaba el paso hacia afuera.

—Poché, perdón — un nudo en su garganta se hizo visible, su voz se entrecortaba. - No es para tanto, no te enojes - volvió a querer acercarse, lo mire con odio.

—No es para tanto? — una lágrima se deslizó por mi mejilla. — Mario, mírame, mírame y dime si no fue para tanto.

Sus ojos me miraban profundamente, gritaban arrepentimiento, pero yo no sé lo iba a dejar en bandeja, me trague mi miedo y tome su brazo apretando mis uñas en su piel, sentía la fuerza que estaba ejerciendo, pero no podía controlarla, levanté su mano y la puse en frente de el, y pronuncié las siguientes palabras, "Tú, tú generarte esto" señale con mi otra mano mi cachete, intento hablar pero no pudo, la verdad era que jamás le había dicho a nadie, pero no era la primera vez que el hacia eso.

siempre me alejaba de mis amigos de mi familia, por primera vez lo enfrentaba, por primera vez me sentía capaz de terminar todo lo que alguna vez habíamos empezado.
solté su mano con rabia pidiéndole que se hiciera a un lado, el con su otra mano prestaba atención a las marcas que había dejado sobre su brazo, estaba impactado por la forma en que hablaba, se hizo a un lado y yo no pude evitar llorar al salir.

Fuí hasta el cuarto, la cama estaba destendida, sin prestar más atención abrí el armario, tomando todo lo que pude, remeras, pantalones, todo lo que estuviera al alcance, me di cuenta que no merecía una explicación, nada ni nadie podía justificar lo que el había echo, yo era muchísimo más valiosa, y debía trabajar para hacérmelo saber día a día.

Bonita Casualidad - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora