Enfrentando el Problema

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Las dos reíamos mientras llorabamos de la emoción, su alegría era inmensa y mi sonrisa era gigante.

Mi papá apareció por la puerta dejando su maletín en el suelo a un costado de la planta en la entrada.

Me vió por unos segundos, yo solo podía estar estática en el lugar. Vale miraba de un lado a otro esperando algún tipo de respuesta por parte de ambos.

— Pa-

Los ojos de mi papá se aguaron al verme, dejo su bolso en el suelo y corrió a abrazarme, al principio fue extraño, no sabía que ocurría.

¿No estaba enojado?¿Esto que es?

— Mi hijita, te extrañe muchísimo — dijo con su voz un tanto quebrada, mis lágrimas no demoraron en caer.

— Yo también, Papito — dije un tanto confundida. — Pero pasaron solo dos semanas — dije con una risa un tanto nerviosa e incomoda. — ¿Como estás? — dije cuando nos separamos.

— Bien, bien, y tú? — acariciaba mi hombro. — Me gustaría que habláramos hija. — note la preocupación en su cara, unos nervios y angustia me recorrieron todo el cuerpo.

— Yo sé papá — agaché mi cabeza.
— Para eso vine. — ví a Vale quien comenzó a poner platos en la mesa.

— Perfecto, ¿Te quedas a comer? — pregunto dejando su bolso sobre el sofá.

— Claro. — Asentí con una sonrisa.

————

Papá preparo una comida sumamente  exquisita. Durante el almuerzo hablamos de mi viaje pero sin tocar el tema de Calle, mi hermana trataba de disuadir las cosas que la relacionaban.

Una vez terminamos de comer, ayude a Vale a levantar la mesa, mientras mi papá cambiaba su ropa. Luego de un rato el volvió al living sentándose en una silla de la mesa con un café y cuatro galletas de las que había traído. Yo también me preparé un café con leche para mí, Vale se encerró en su cuarto para dejarnos hablar a solas.

— Muy lindo el detalle de las galletas hija — dijo llevándose una a la boca.

— Me pareció una muy buena idea — sonreí. — Es algo especial para Vale.

Los dos quedamos en silencio por unos segundos, ambos sabíamos que íbamos a hablar de un tema delicado, o por lo menos se que lo era para el.

— Yo-

— Se que no es de mí incumbencia — me interrumpió. — Solo quiero saber cómo estás hija.

— Lo sé — observé como tomaba su café con tanta paz, eso me faltaba a mí, por dentro mi cuerpo era una revolución. — Perdón, quise decírtelo antes, pero-

— Está bien. — dijo con serenidad
— hace cuánto ocurre?

— Casi tres meses. — dije luego de unos segundos. Su cara no me daba ninguna emoción. Solo suspiro al saber el tiempo.

— Entonces ¿eres Gay? — preguntó viéndome a los ojos.

Yo no sabía eso, jamás lo pensé, yo solo sabía que quería a Calle, y eso era lo único que me importaba.

No necesitaba una etiqueta para definirme, al menos no por ahora.

— No lo sé Pa, en este momento esto es lo que me pasa. — trate de sonar lo más amable posible, quería que él lo tomara bien, tenía que ser cuidadosa con mis palabras.

Bonita Casualidad - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora