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Más de una semana había pasado desde mi llegada a la mansión y todo marchaba tan melodiosamente que me asustaba cada vez más. La duda comenzaba a tomar influencia en mis sueños. Sabía que lo tenía que hacer y eso no estaba en discusión, pero el problema era lo que pasaría después.
Con la llegada de Teddy las cosas se ajetreaban un poco más, mi ahijado se merecía parte de mi tiempo también. El recientemente declarado león de la familia me había suplicado pasar la noche en la mansión Black, al no poder negarme dispuesto a desvelarme junto al no tan enano Remus, como me gustaba llamarlo, Andrómeda organiza rápidamente una cena para invitar también a Hermione y Ronald. Claro que luego de un gran berrinche orquestado por James al enterarse de que no le prepararía la cena esa noche. Draco en lugar de enojarse, sentía vergüenza ajena al ver la obsesión de su hijo conmigo, hasta había llegado a preguntarse internamente si eso se lo había pasado genéticamente.
Mientras Hermione y Andrómeda terminaban los últimos detalles de la cena, junto a Ronald y Remus fuimos a una tienda para comprar nuestras acostumbradas golosinas y botanas que habíamos dejado para último momento. Decidí separarme unos segundos para buscar una botella del vino que me ofrecía Draco para acompañar la comida cada día en su mansión.
- Ya tengo todo padrino, pero no puedo separar al tío de las bolsas de patatas – exclama Remus con burla, conociendo la obsesión que tenía por ellas de las tantas discusiones que tenían con Hermione - ¡Cuidado!
Todo fue muy rápido. Remus señalaba al otro lado del pasillo a dos hombres apuntándome con sus varitas mientras yo sostenía dos botellas de vino, una en cada mano, haciéndose imposible que tomara mi varita a tiempo. Pero lo que sí logro ver es a Remus sacando la suya de su espalda ganándose que uno de los sujetos lo tomara como una amenaza. Actúe por impulso lanzándome frente a Remus justo después de que lanzara un Expelliermus a uno de ellos.
No era nuevo en mí usar magia sin varita, pero no lo pensé demasiado para poner un escudo protector sobre Remus antes de que un Cruciatus me pegara de lleno en la espalda. El golpe me lleva a aterrizar contra una estantería de botellas de vidrio que se parten bajo mi peso, muchos clavándose en mi piel, pero no pensé en más que cuidar de Remus.
- ¡Papá! – exclama Remus aterrado, arrodillándose a mi lado con lágrimas en los ojos.
Lo empujé para ponerlo a mi espalda por si venía otro ataque, pero pude ver a los dos hombres en el piso, siendo sometidos por Ronald, que rápidamente convoca a un grupo de Aurores en la tienda muggle.
- Ya viene la ayuda Harry, resiste – alza la voz Ronald mientras se acercaba desde el otro extremo del corredor una vez inconscientes los magos.
- Estoy bien. Revisa a Remus, por favor. – murmuré lo más claro que pude antes de perder el conocimiento.
Para cuando volví a despertar, estaba en una habitación privada de San Mungo, recostado de lado y con Remus acurrucado en mi pecho durmiendo. Lo revisé con cuidado de no despertarlo, pero el dolor en la espalda no me permitió mucho movimiento.
- Teddy no tiene ningún rasguño – escucho una voz grave a mis espaldas – Tu médico personal no tiene permiso de entrar – dice sarcásticamente.
- Tienes el mismo humor que él que hasta me consuela que estés aquí, Blaise – ironizo en un susurro, compartiendo una sutil risita – ¿En serio se encuentra bien?
- Si. Lo protegiste bien según Ronald. – dice por fin poniéndose a la vista al dar la vuelta en la camilla – No tienes nada grave. Tu cabeza ya viene dañada de nacimiento, la dimos por perdida hace tiempo con Draco – bufo con dolor – Solo tienes cortadas que sanaran en unas horas para tu suerte. Aunque la de tu cintura quizás recién para la noche. Y si me organizas una cita con Ginevra te autorizo el alta para mañana en la mañana en contra de la princesa. – lo miro intrigado por la convicción en la que lo decía y ciertamente no estaba jugando.
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Donante de Amor
FanfictionOtra vez, Harry Potter está dispuesto a demostrar que el amor puede vencerlo todo, o también reconstruirlo todo. Pero, esta vez, el sacrificio corre por su cuenta, y no habrá nadie que se lo impida. Mucho menos si es para ayudarlo a él. Al dueño de...