Capítulo 46: Él

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Poco había faltado para que Harry pudiese olvidar como se sentía tener todo el cuerpo entumecido luego de tener por un par de horas un cuerpo ajeno al propio sobre sí. Zelig tenía esa bendita costumbre cada noche, poniendo la excusa de que era mejor que su almohada de plumas que les había llevado media hora conseguir, claro que después de una calurosa discusión con una mujer, cara de bulldog francés la había apodado el pelirrojo, que pretendía llevarse la última almohada de la tienda.

Por un momento creyó estar soñando y que realmente era Zelig quién le hacía esas tímidas caricias en su torso, incluso quiso obligarse a no abrir los ojos pensando que despertaría de pronto para caer en la realidad de que estaba solo en la mansión de nuevo. No recordaba haber tenido un sueño tan placentero desde hace mucho tiempo, las pesadillas lo atormentaban constantemente. Lo peor de todo era que nada tenían que ver ya con la guerra, ahora eran más vívidas y veía sufrir a sus seres queridos por cosas triviales de las que no podía salvarlos.

Cada despertar era una tortura de su propio subconsciente, pero esta vez era diferente. No había gritos de auxilio, no había llantos, ni mucho menos hacía frío ni había dolores. Bueno, tal vez si había un pequeño dolor.

- ¡Oye! – se quejó Harry al estremecerse y despertarse de golpe luego de sentir como un bello de su pecho había sido arrancado sin permiso.

- ¡Oh! ¿Te desperté? – exclamó Draco con notable ironía mientras se removía con sigilo bajo la manta que los cubría, procurando no acapararla para él solo.

- Muy gracioso – responde Harry sin poder ocultar su sonrisa divertida, abrazando con más fuerza al platinado luego de recordar con alivio que esa última semana realmente había ocurrido y ya no estaba solo.

Agotado, volvió a cerrar los ojos, conmemorando todo lo que había ocurrido la noche anterior, aunque, abriendo de nuevo los ojos para mirar hacia la ventana, contempló que no había ni siquiera amanecido. Probablemente llevando solo un par de horas dormidos y eso solo pudo sacarle una sonrisa de satisfacción al pensar que de ahora en más dormiría así de bien junto a la persona que ama.

- Deja de hacerte el dormido – replicó Draco curioso por ver qué tanto sonreía el moreno al levantar su cabeza un poco, pero Harry entreabre los ojos cruzando sus miradas y sonríe aún más al ver la habitual ceja alzada de Draco que lo miraba con incertidumbre.

- Solo estaba disfrutando del momento – se excusó Harry asaltando los labios de Draco con vehemencia, disfrutando de la tensión del mismo por dejarse tomar de improvisto.

- Idiota – murmuró una vez puede esconder su rostro en el cuello de Harry cuando lo suelta.

Harry no pudo evitar carcajearse al ver el sonrojo de su novio antes de que se envolviera con la manta sin importarle ahora si lo dejaba al descubierto a él, pero no iba a soltarlo si llegaba a pensarlo. Aun así, Draco no tenía esa intención, se acobijó a pesar de no tener frío ya que la calefacción de la casa ahora estaba encendida, y dejó que Harry entrelazara sus piernas con suavidad, aunque eso le provocó un par de cosquillas por los bellos de Harry en ellas, él era lampiño casi en la mayor parte de su cuerpo.

- ¿Estás bien? – preguntó Harry cuando acariciaba la espalda baja de Draco con firmeza.

- Si. Mejor de lo que esperaba – responde el platinado dejándose hacer con aquellos masajes aliviando la leve incomodidad que tenía por dormirse en esa posición de la cual no iba a quejarse – Eres un salvaje, Potter – dice maliciosamente, sin temor a aumentarle el ego al héroe, su héroe ahora.

Draco se vio contagiado por la sutil risita picarona de Harry que lo acurrucó aún más a su cuerpo en señal de agradecimiento por tal alago, sabiendo que viniendo de su boca era demasiado bueno como para que volviese a repetirse muy pronto.

Donante de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora