Capítulo 8: Sentimientos de culpabilidad

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La tensión ese último año en Hogwarts seguía presente en cada rincón de los terrenos, dentro o fuera no importaba. Cada uno se cuidaba la espalda y no había forma de cambiar eso, aún si el mismísimo héroe los acompañaba.

- Nadie está siguiéndonos, Draco – exclamé exasperado al verlo voltearse por vigésima vez ante el mínimo ruido que rompía el silencio. No quería burlarme ya que había sido mi idea internarnos en el bosque prohibido en un paseo nocturno. Lo más sorprendente es que Draco Malfoy había aceptado ir, o quizás lo había empujado a aceptarlo, solo un poco.

- ¿Cómo lo sabes? – cuestiona desconfiado, caminando de prisa para llegar a mi lado tras adelantarme apenas unos metros.

- Porque nos tienen miedo. Solo por eso – comenté tranquilamente, sin darle mucha importancia al asunto, observando el camino que pisaba.

- Por favor, Potter. A mí no me van a tener miedo, y tú eres el salvador... - expone con indignación.

- Tú eres un mortífago ante los ojos de todos, por eso no van a atreverse a atacarte sabiendo que podrías traer de nuevo a Riddle, aunque eso fuese imposible – lo interrumpí rápidamente. Estaba ligeramente molesto por cómo se trataba a sí mismo, olvidándose de lo insufrible que había sido años atrás creyéndose el dueño del colegio. Incluso en ese mismo bosque cuando compartían castigo. Quizás esa noche era el problema en cuestión pensándolo mejor.

- Pues... - intentó objetar, pero se quedó mudo de pronto – Si. Quizás tienes razón en eso – confiesa sin más.

- En cuanto a mí, maté a Riddle. El más temido e insuperable mago que existió – comento exagerando la emoción – Creen que soy más poderoso por eso, y que me convertiré en un mago oscuro también – agrego con indignación. Era ilógico que pensaran que podía volver a matar a alguien, no después de dedicarle meses a capturar a todos los carroñeros y mortífagos solo para darles tranquilidad.

- Eso es una blasfemia. ¿Oscuro, tú? – cuestiona alarmado. Me limito a alzar los hombros desinteresadamente, no tenía caso ponerlo en sobre aviso que hasta mis propios compañeros opinaban algo de eso.

- Eso dicen los rumores – los cuales ignoraba a diestra y siniestra – Además, me estoy juntando mucho contigo. Creen que eres una mala influencia para mí – agregue solo para hacerlo cabrear y cambiar el rumbo de la conversación.

- Pues el que me arrastró al bosque prohibido fuiste tú. Aquí la mala influencia eres tú, Potter. – dice con tono despectivo y ofendido mirándome de reojo, pero se relaja al ver que sonreía tras conseguir mi objetivo.

- Pues yo creo que Hagrid tiene la culpa – espeto guiñándole un ojo a Draco luego de sujetarlo del brazo para atraerlo hacia mí antes de que un tallo le agarrara uno de sus pies. Sospeché que había sido algún lazo del diablo, Hagrid había comentado algo al respecto días anteriores cuando lo acompañaba solo. Draco me recrimina con la mirada mientras se ponía del otro lado prestando atención a lo que pisaba con mayor razón.

- Te estoy escuchando, Harry – increpa el semigigante que iba delante de nosotros. Draco se ríe conmigo.

- Serías un gran mago oscuro ahora que lo pienso – comenta Draco quitando de su camino una araña que colgaba de una rama sobre su cabeza – Nadie sospecharía que detrás de esa sonrisa hay otro Voldemort – agrega sin percatarse de sus palabras.

- Es la magia de la sonrisa Potter – replico con egocentrismo fingido, Draco solo levanta su ceja, incrédulo de lo que decía – Eso dicen las chicas – alzo de nuevo mis hombros divertido.

Donante de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora