Capítulo 27: La ida de Harry

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Por mucho tiempo me había sentido solo. Comenzando por mi infancia, metido en esa alacena bajo las escaleras de la casa de mis tíos. Sin duda no tener conocimiento de mis padres u algún otro familiar era algo que no se lo deseaba a nadie. Poder enterarme de que era un mago era tan maravilloso hasta que dejó de serlo cuando me dijeron que Riddle asechaba en la oscuridad esperando matarme y que ese mismo había sido el causante de mi soledad a tan temprana edad.

Convivir con Hermione y los Weasley había sido toda una mejoría, pero aun así las cosas no cambiaban, seguía siendo solo yo en las vacaciones.

En tercer año al fin tuve un atisbo de alegría al enterarme que tenía un padrino y un tío que a pesar de todo velaban por mí desde siempre. Claro que parecía que tener demasiado de algo a lo que no estabas acostumbrado no era nada bueno. Sirius había muerto dejándome solo de nuevo pues Remus tenía a su familia de la cual cuidar. No obstante, vivir un año en la soledad con la incertidumbre de si todos siguiesen con vida o no era otro tipo de tortura con la que debí aprender a sobrellevar luego del ataque en la boda de Bill.

La guerra fue dura, pero inevitable. Tuve un poco de esperanza en el momento en el que me crucé de lleno con esos ojos grises que evitaban delatarme con su propia tía. Draco ni se imaginaba lo que había logrado ese día, sea por la razón que fuera, me había dado una segunda oportunidad esa noche. Como daño colateral le había arrebatado su varita, y eso era motivo suficiente para que me considerara un traidor en la sala de menesteres, aun así, su intención nunca fue lastimarme, y quizás solo por eso, y mi complejo de héroe como le gustaba decir, lo ayudé a salir del fuego maldito. Otra vez me ayudó al dejarme con su varita y fue cuando le perdí el rastro, según algunos alumnos lo habían visto atacar a algunos mortifagos en lo que duraba el asalto en el castillo.

Otro atisbo de esperanza fue escuchar a Narcisa mintiéndole al mismísimo Riddle. Si hubiese tenido el tiempo para preguntarme de donde había sacado Draco el coraje para mentirle a Bellatrix sobre mi identidad, su madre era la respuesta. Aunque fácilmente pudo haber sido al revés, que Narcisa hubiese tomado el coraje de Draco luego de esa noche en su mansión.

Y luego... De un momento a otro, me encuentro solo de nuevo. Remus Lupin había muerto con su esposa. Dejándome de consuelo a su hijo, una vida a la que debería cuidar, contándole lo poco que sabía de sus padres. Pero, aun así, me sentía solo y temido. La gente mantenía la distancia pensando que me volvería un mago oscuro. Me creían poderoso solo por haberlo matado. Una muerte me pesaba, no por el hecho de que haya sido él quien muriese, se lo merecía con creces, pero jamás había pensado que viviría para tener que matar a una persona o el monstruo que pensaban que era Riddle. Más solo me sentía al notar como todos aplaudían por ello, cada vez perdía más la lógica de las cosas. No sabía que sentir, me repetía a mí mismo que con ello había salvado muchas vidas, pero me cansaba de tener que rebuscarle la vuelta a todo.

¿Qué hubiese pasado si...? Era la pregunta que no dejaba de carcomerme la cabeza cada vez que alguien daba alusión a lo pasado, y la respuesta era tan solo las palmadas en la espalda cada vez que alguien me cruzaba por los pasillos, parecía ser el nuevo pasatiempo de todos. Como si tocarme les diera alguna recompensa. A mí solo parecía traerme desgracias. Quizás con eso pudiese reconfortarme, dándole mi suerte a los demás, solía pensar. Y ahí estaba otra vez, preocupándome por los demás. Me irritaba conmigo mismo, irónico. Ya había olvidado por completo como debía tratarme a mí mismo, priorizar mi persona, era complicado saber lo que yo quería.

Si algo bueno sacaba de ser la nueva celebridad, era que me dejaban hacer cuanto se me antojara sin tener que preocuparme de lo que dirían, porque no decían nada realmente, no tenía consecuencias. Iba y venía a la hora que se me antojaba, ya ni la capa ni el mapa me eran necesarios. Nadie me detenía. Ni la odiosa gata de Filch, el conserje. Ni los ojos de los cuadros me seguían el paso. Podría destruir todo Hogwarts y nadie sabría que fui yo. Ni lo sospecharían ya que era el "héroe".

Donante de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora