Capítulo 25

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En mi cama y viendo YouTube, en específico "bromas pesadas"
Iba muy en serio cuando dije que había desatado una guerra. No le voy a hacer bromas para que se ría, obviamente, pero si para molestarle. Lo mismo que él hace conmigo.

Primera broma: echar sal a su comida.

Perfecto, porque hoy me toca cocinar a mí. Haré sopa y le echaré al plato de Taylor el paquete entero, literalmente.

Si, algunas veces puedo ser malvada, pero en cierto modo se lo merece y no me siento nada mal haciendo esto. Él no se siente mal cuando juega con los sentimientos de las chicas. Así que es una especie de venganza.

-Brenda tenemos hambre- Sophie abre la puerta de mi habitación, cierro el ordenador para que no me pille en esa situación.

Pone cara rara ante mi reacción. Tipo: qué cojones estás haciendo.

-Ya mismo voy.

Mientras cocino Sophie me acompaña. Hablamos de tareas, estudios. Pero no de chicos, de Taylor mejor dicho y se lo agradezco.

Con todo listo ya preparada la mesa, nos sentamos a cenar. Claro que ya he realizado mi plan malévolo.

Tres.

Dos.

Uno.

El paladar de Taylor nota algo MUY salado. Tanto que parecía una fuente. Escupe la cucharada que se había metido posteriormente.

-¿Quién carajos hizo la comida?- todos los dedos me señalaron. Se me formó una sonrisa... como la de maléfica. Aunque debo de admitir que estoy un poco nerviosa.

-Así es. Cumplo lo que digo ¿sabes?- se levanta de la silla, no sin dar antes un golpe en la mesa.

JAJAJAJA, me encanta, he hecho enfurecer a Taylor. Aunque dudo si lo  va a deja estar, se va a vengar. Lo sé.
Todos se me quedan mirando tipo: ¿qué mierda pasa entre ustedes?

-Creo que no conoces a Taylor- comenta Hunter a la vez que come.

-Ni él a mí- estoy feliz, pero a la vez tengo la unsertinubre de lo que pueda hacer o no.

Hunter tiene razón, no lo conozco. Ahora tengo que tener mucho cuidado, con lo que como, por donde piso, todo lo que haga. Estoy segura de que el idiota puede hacer cualquier cosa para ser él el que gana.
Pero lo que no sabe, es que yo tampoco me voy a rendir, ni mucho menos.

-Debo de afirmarlo, me has sorprendido Brenda. Nunca en la vida le han llevado la contraria a Taylor- dice Oliver. Ya está meno pesado conmigo. Habrá conocido a otra y ahora mismo se lo agradezco a la chica. ¡Gracias por existir!

-Pues ya era hora ¿no?

-Esa es mi amiga- cambiamos de tema y nos vamos a la cama. Después de un día de estudio y gimnasio. Lo único que quiero ahora es dormir y descansar este cuerpo, el cual tiene que dar más guerra mañana.

(...)

-Pues si, me dijo que quería casarse conmigo- me cuenta Caroline.

Ha conocido a un chico un tanto exagerado, cursi, odioso y poeta. Según ella, así me lo ha descrito.
A Caroline no le interesa en lo absoluto, pero se divierte contando todo lo que le dice. Un poco cruel por su parte.

Aclaro mi pelo y me lío en la toalla de baño. Mi amiga está sentada en la tapadera del WC. Tenemos la suficiente confianza como para cagar una al lado de la otra.

Odio los días que me tengo que lavar el pelo, pierdo mucho tiempo en sacarlo y no es que tenga mucha paciencia. Pero tampoco me gusta oler a basura. Así que por el cuidado de mi cuero cabelludo y la bienestar de los de mi alrededor lo tengo que hacer.

-¿Qué cojones?- niebla, mucho polvo. No encuentro ni a Caroline.

Alguien ha metido harina dentro del secador. Alguien no, Taylor.

Voy a zancadas por la casa para buscarle, en el salón, cocina, nada. Hasta que escucho la ducha. Tiene que ser él, los demás están desayunado y Caroline estaba conmigo.

Me importa tres pepinos si se está duchando, cagando o meando. Solo quiero gritarle lo idiota y rencoroso que es.

-Taylor sal- le ordeno desde fuera. Dudo en que no me haya oído, no está sordo.

Así que en un arrebato de rabia la abro.
Lo encuentro de espaldas a mí, completamente desnudo. Perfectamente desnudo. Echo esos pensamientos a un lado y me concentro en mi cabreo. No antes sin haber recorrido con mis ojos su cuerpo.

Las puertas de la ducha podrían no ser tan visibles.

-Ey Brenda ¿te quieres duchar? No te ves muy limpia- le fulmino con la mirada.

Sé que no va a salir, así que corro a la cocina y apago el termo. Vuelvo al baño. Ahora lo lógico es que salga agua fría y Taylor salga de una vez. Eso es lo que hace. Menos mal que cuando entro lo pillo con una toalla por la cintura.

-Me mola tu pelo blanco- ja, que gracioso, se me había olvidado mis pintas. Ropa de casa, con ese tono blanco en mi pelo.

-¡Eres un idiota! No no no, eres ¡más que idiota!

-Cumplo lo que digo ¿sabes?- repite la frase que dije ayer por la noche.

-Esto no se va a quedar así, Taylor- le señaló com mi dedo.

-Parece que le has pillado el gusto a estar en los momentos más íntimos de mi día- dice con su voz seductora.
Me lo imagino hablarle así a otra.

-Ya claro- nótese el sarcasmo.

-¿Entonces por qué sigues aquí?- tiene razón. Quería echarle la bronca. Tocaba irme ya. Pero eso no es lo que quería él o eso me dio a entender.

-¿Ahora te vas? Entras y sales cuando quieres cuando estoy en el baño sin mi permiso y ahora te vas ¿qué pasa con mi opinión?- se acerca a mí, hasta que pego mi espalda a la puerta. Sus brazos a la altura de mis hombros.

-Me da igual tu opinión- lo aparto con las manos y salgo de allí. Y menos mal que decido eso, era para vernos, los dos acabados de salir de la ducha con solo toallas.

Abro la puerta y casi caen de bocas Sophie y Oliver. Menudos cotillas.

Ruedo los ojos cuando paso por sus lados.

Estoy dudando si terminar con esto de las bromas, es un poco agotador pero por otro lado no quiero que Taylor se salga con la suya. Y dando vueltas por mi habitación con el pelo teñido de blanco, decido que esto no se va a quedar así. Lucharé un poco más.

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