ONCE AÑOS ATRÁS.
Jimin corría de adentro hacia afuera con cosas en sus pequeñas manos, estaba feliz, al fin se habían cambiado de casa, el tan solo tenía ocho años, pero aún así le aburría vivir en una casa enorme cerca de un lago, no tener hermanos ni compañía lo entristecía.
Cuando sus padres le dieron la noticia de que ahora vivirían en la Ciudad el no dudó absolutamente ni un segundo para empacar todos sus tesoros.
Un pequeño castaño de la misma edad lo miraba desde su ventana, pues nunca había nada interesante más que hacer, recargando su rostro en las palmas de sus manos mientras sacaba bombas de baba miraba con ojos aburridos al niño de cabello alborotado de mejillas llenitas y nariz de botón.
Park bajó muchos juguetes en una caja seguido de sus padres, pero ellos estaban cargando muebles. El caso con los Señores Park era que aún siendo ridículamente ricos nunca se olvidaron de donde vinieron ni perdieron la humildad y valores con las que fueron enseñados, es por eso que se ofrecían a ayudar en lo más mínimo.
El en ese entonces pelinegro Jimin, corrió tropezando en un escalón. Jungkook se levantó de golpe y bajó las escaleras para salir de su casa.
— ¡¿A dónde vas!? — gritó su madre quién veía la tele mientras una persona le masajeaba los hombros — ¡Tsch! este niño me va a sacar canas —.
La Señora salió a ver donde se dirigía, pero grande fue su sorpresa cuando lo vio ayudando a un pequeño lleno de lágrimas en sus ojos. El pelinegro lloraba mares porque de su rodilla brotaba sangre.
— ¡Mi vida! — exclamó la Señora Park — ¿estás bien? — se agachó junto con los niños.
El castaño llevaba un pañuelo y no dudó nada en limpiarle con cuidado.
— Iré a buscar el botiquín — espetó el padre de Jimin. Pero la madre de Jungkook había sido más rápida al llegar con este en sus manos.
— Aquí tiene — dijo dulcemente.
— Gr-gracias — la mamá de Jimin miró fugazmente el rostro de su contraria.
Se quedó perpleja.
— ¿¡MINAH!? — gritó como una bebé emocionada olvidando a su hijo lleno de sangre.
— ¡Oh por Dios! — se tapó la boca la señora Jeon — ¿Rose?
Sin más, ambas se abrazaron.
El pequeñito Jungkook giró los ojos, arrebató de mala gana el botiquín de las manos ajenas y comenzó a limpiar la herida del pelinegro.
— Va a arder un poco — dijo poniendo alcohol quitando los restos de tierra y sangre que comenzaba a secarse — no sé hacer mucho esto, solo lo he visto en películas —.
Jimin se mordió el labio y trató de sonreír pero siseo al sentir el ardor.
— Gracias — dijo limpiándose las lágrimas.
— No es nada — respondió y pronto llegó su padre a terminar todo lo demás.
Minutos después todos estaban dentro de la casa nueva de los Park.
Los niños sentados en una alfombra mientras comían ricos cereales de chocolate y los adultos bebiendo algo de café.— Fuimos amigas desde la Preparatoria — decía muy feliz la Señora Park a su esposo a quién ya lo había presentado — él es mi hijo Park Jimin —.
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¡𝗖𝗼𝗿𝗿𝗲, 𝗝𝗲𝗼𝗻! º 𝗞𝗼𝗼𝗸𝗠𝗶𝗻
Fiksi PenggemarSin analizar un poco sus acciones empezó a seguirlo, tratando de no ser descubierto. Su corazón lleno de adrenalina comenzó a latir mientras que su mente le gritaba... ¡Corre, Jeon! *Mucho Kookmin, los amo. *Ya saben +18 ñam, ñam. *Capítulos cortos...