Jamás entenderé el comportamiento del ser humano.
Ni mucho menos comprenderé por qué se nos hace tan complicado para los que estudiamos Psicología entender el mundo que nos rodea. O mejor dicho, lo comprendemos tanto, que deseamos no darle la merecida importancia. A veces es tan doloroso que es difícil de racionalizar.
Así me sentí contigo Boruto. Sigo sin entenderte aunque pasen los años.
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Había estudiado Psicología porque era una apasionada de su mundo alrededor, el comportamiento del ser humano, las razones por la que en determinadas ocasiones hacía o dejaba de hacer tal cosa, pero en especial, porque creía que todos merecían una oportunidad para salir de su propio encierro y sus miedos. Su madre estaba sumida en una depresión profunda desde hace un tiempo y su motivación principal siempre fue intentar ayudarla a salir de esos momentos de crisis. Necesitaba volverse una profesional para poder ayudarla y quería hacerlo.
Desde la muerte de su padre, muchas cosas habían cambiado en su día a día, y la enfermedad mental de su madre fue una de las razones para volverse una mujer independiente y fuerte emocionalmente. Lo necesitaba para poder sacar adelante a su pequeña familia la cual consistía solo en ellas dos. Era duro y lo sabía, nada la detendría. Se recibiría en tiempo y forma, abriría una clínica nueva y seguiría ayudando para mejorar a las personas con depresión. Sería el eje principal de su tesis. Esas eran sus aspiraciones como estudiante de Psicología, ya en su tercer año consecutivo, con perfectas notas y un curso académico de primera. Pretendía conseguir una beca para poder continuar sus estudios de posgrado en una universidad extranjera. Al menos esa era una de sus metas a largo plazo.
Este año haría méritos de cualquier forma para conseguirlo, empezando con ayudar a los primero en su guía por la universidad y también con las tutorías. Era una de las tres guías de su carrera y ya habían recorrido gran parte del campus universitario. Ahora estaba enseñándoles la biblioteca a un grupo de noventa alumnos. Debía elevar la voz para que la escucharan y no era necesario teniendo a Inojin y Chouchou de su lado, sus dos mejores amigos de la universidad. Los tres llevaban su uniforme de segundo y una insignia para indicar que eran de un grado superior. Sarada retomó la explicación al ver que todos le prestaban atención:
—La biblioteca estará abierta en los horarios del cursado y solo podrán utilizar la sala silenciosa por la mañana. Por regla general ya son todos socios, por lo que necesitan retirar su carnet para comenzar a sacar bibliografía—puntualizó.
La mirada de Sarada se desconcentró cuando un joven de cabellos rubios y alborotados ingresaba a la biblioteca y esquivó a toda la muchedumbre con actitud fría. Un recuerdo vino a su mente. Sabía quién era ese muchacho y lo conocía más que nadie en esa universidad. Siempre parecía estar solo, pero lo cierto era que, sus amigos más fieles eran hombres. Algo en ese chico le llamaba la atención desde primer año. Lo recordaba como si fuera hoy.
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—¿Me puedes decir dónde está el recorrido de primer año?—le preguntó una chica de cabellos oscuros al joven rubio.
El chico la miró con recelo y acto seguido se colocó los audífonos para así ignorarla. Su rechazo la enojó, por lo que lo jaló del brazo al ver que la ignoraba:
—¡Oye, engreído! ¡Te hice una pregunta! Tu eres de primero también, debes saber dónde...
—¡No me toques!—le gritó subiendo su tono de voz y haciendo que todos los de su alrededor voltearan a ver la escena. La muchacha se avergonzó por ello y se apartó. Enseguida notó que estaba tenso y masculló unas palabras que no alcanzó a escuchar.
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En Secreto (BoruSara)
Fanfiction《 Hay una parte de mi pasado que no quiero que sepas, ni hoy, ni nunca. Sarada, es vergonzoso para mí y no me creerás 》 Boruto comenzó su tercer año de Sociología. Y a pesar de que es bastante bueno en los estudios, es pésimo para relacionarse co...