Parte Trece : Manipulación

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Estaba tan ofendida que prefería no hablar con él. ¿Cómo podía pensar que Kagura y ella tenían algo? No lo culpaba. Ni siquiera lo conocía, pero ¿darlo por hecho? Sí que estaba muy enojada por eso. Simplemente había sacado deducciones sin tener pruebas de eso. Y para colmo, Kagura le había prometido ayudarlo con su problema. Suspiró e ingresó a su cuarto para cambiarse. Se dio cuenta que todos ya se habían levantado y que, posiblemente, ya estuvieran desayunando en el comedor. Se vistió con un enterizo rojo y se calzó las ojotas playeras. Bajó las escaleras abrumada por lo que había sucedido.

Lo había besado y era algo bueno, o de eso se quería convencer, era claro que Boruto estaría shockeado y que se sintiera más aterrorizado. En un desmedido impulso tomó decisiones precipitadas y para nada coherentes. Se sentía un poco arrepentida. No tanto como quisiera, pero sí un poco. Lo suficiente como para reflexionar su actitud. Restregó su rostro exasperada.

—Soy una tonta, no debí...

—No quiero que te acerques a Boruto—una voz femenina y aguda la sacó de sus pensamientos abruptamente. Sarada levantó la mirada desencajada.

Al visualizar a la persona que tenía enfrente comprobó que la conocía. Se la había cruzado algunas veces y la reconocía por haberse metido con Boruto en la biblioteca. Era la misma chica que en varias ocasiones lo perseguía. ¿Por qué? No tenía idea. Pues no la conocía. Ni sabía su nombre ni le interesaba.

—¿Perdón?—levantó una ceja desconcertada.

—Boruto no se relaciona con otras chicas que no sean de su familia—resaltó en tono amenazador—. Y yo no permitiré que alguien lo dañe. Mucho menos una don nadie como tu.

Sarada no sabía qué tipo de expresión poner frente a tales acusaciones sin sentido. ¿Una don nadie? ¿Acercarse? ¿Quién era ella para prohibirle relacionarse con otras personas? Claramente no entendía nada y estaba azorada por ello. Intentó regresar a la realidad, tratando de hilar sus desopilantes amenazas. Se cruzó de brazo y le enseñó una mirada fulminante:

—Primero que nada, deberías ser más educada y presentarte. ¿Quién eres?

La pelinegra la miró con actitud arrogante, y en un acto de superioridad, corrió su larga cabellera hacia atrás, dejando entrever sus prendas ajustadas al cuerpo, marcando su exuberante figura femenina como si quiera intimidarla.

—Eso no te importa.

—Claro que sí—atajó molesta—. No sé quién eres para acusarme. Boruto es un compañero de clases y..

—¿Crees que soy estúpida?—la calló de golpe—. Acabo de verlos juntos. Lo besaste—en dos pasos la arrinconó contra la pared más cercana y en un ataque de ira la sujetó de sus cabellos para jalarla—. No quiero volver a verte ni a un solo centímetro de él. ¿Escuchaste, zorra?

Sarada hizo una mueca de dolor al sentir jalar su cabello y al golpearse contra la pared de la cual sobresalían algunas astillas. Frunció su labio para contener un grito y pronto la sujetó de las muñecas para separarse bruscamente. La miró con odio:

—¡¿Cómo me dijiste?!—se defendió—. ¿Es que eres su novia o qué?

—Soy su prima. Y ninguna mujer tiene permitido acercarse—sus ojos malva la miraron con desprecio—. El es mío. Si llego a verte de nuevo a su lado, me aseguraré de lastimarte—y sacó de su bolsillo una navaja—. Y créeme que mis amenazas no son broma.

Sarada sintió terror al notar la navaja. ¿Cómo era posible que una chica anduviera con un arma blanca así como así? Tragó pesado. No entendía bien por qué era tan sobreprotectora con su primo a tal punto de llevar un cuchillo. Al recomponerse y ver que se había alejado, respiró hondo. ¿Es que esa chica pensaba matarla? Bajó la mirada desorientada. Estaba loca de remate. ¿Boruto lo sabría? Las pocas veces que los vio juntos él no quería saber nada con ella. ¿Qué relación tendrían? Empezaba a creer que su pasado era mucho más oscuro de lo que imaginó.

En Secreto  (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora