Parte Cinco : Temor

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Lo consideraba una especie de cita. Pues no todos los días tenía la oportunidad de comenzar el día al lado del chico que le gustaba. Y era un modo de acercarse. Más bien era una fortuna que al fin pudieran mejorar su relación. Tenía fe de que el rubio lograría abrirse poco a poco. Así que recogió sus cabellos en una coleta y se puso ropa cómoda. Se calzó los patines y terminó su desayuno. Se despidió de su madre y partió. Llegaría unos minutos antes y no importaba. Quería acostumbrarse a la idea.

En el camino hasta el parque, pensaba en la idea de quién era la chica que le interesaba, a pesar de que ni siquiera la había mencionado todavía. Y era obvio, ¿por qué se lo diría? Recién se conocían. En el fondo no quería saberlo todavía. Frunció su labio inferior y afirmó sus pasos hasta llegar al lugar de encuentro. No quería llenar su mente de ideas equivocadas. Boruto no tenía la confianza necesaria para hablarle sobre sus sentimientos así sin más. Debía darle su espacio. Eso era lo correcto.

Resopló y buscó con la mirada un banco donde pudiera esperarlo, quería asegurarse de que no llegara tarde o pensaría lo peor de ella. Relajó su cuerpo y estaba por ubicarse en uno de los asientos más cercanos, cuando la voz de un conocido, llamó su atención. Volteó hacia la voz masculina y se llevó una grata sorpresa. ¿Hace cuánto no se veían? Quizá unos cuantos meses. Esbozó una sonrisa genuina.

—¡Sarada! ¡¿Eres tu?!—ella se acercó.

—¡Kagura! ¡Cuánto tiempo! ¿Cuándo volviste de Corea?

Él sonrió divertido y entonces se sentó en el banco que iba a ocupar ella.

—Hace tres semanas. Solo no tuve tiempo de ponerme en contacto con nadie. Mi pasantia fue una locura y debo decir que mi tesis doctoral me está llevando mucho tiempo.

—¿En serio?—se asombró emocionada—. ¿Y qué tal estuvo esa clínica experimental? ¿Es tan buena como dicen?—ella llevó ambos brazos hacia atrás mientras hacía unos movimientos con sus pies.

Kagura sonrió levemente.

—Mucho más de lo que imaginas. Puedo confirmar que la Psicología experimental es lo mejor que me ha pasado en toda mi carrera de posgrado.

Sarada no podía creer que se había reencontrado con su viejo compañero de clases. Él era mayor, sin embargo, se había adelantado en unos cuantos años y compartieron algunas clases en la licenciatura. Ahora cursaba su doctorado en Psicología experimental. Era una temática que siempre le pareció fascinante, pero prefería los métodos más tradicionales, pues sabía que experimentar era algo mucho más que una ciencia. Debía ser más objetiva y observadora, y aunque tuviera esa capacidad, todavía no se sentía experta en el tema.

—Entonces, ¿de qué será tu tesis?

Kagura volvió a sonreír. Parecía que venía acumulando esa idea desde hace tiempo.

—Quiero aprender más sobre las conductas en las personas que son suministradas con fármacos en los Psiquiátricos. Esa clínica experimental es un claro ejemplo de cómo los fármacos cambian la vida del paciente, tanto para bien o para mal.

La pelinegra se asombró. Su madre era paciente con suministros así. Su depresión postraumática la había llevado a un episodio donde intentó quitarse la vida, en realidad fue más un pensamiento que una acción, sin embargo; su psiquiatra le administró unos medicamentos depresivos para calmar toda esa locura y empezó a tener un tratamiento más rígido.

—Oh, ya veo. Esto es interesante.

Kagura tampoco sabía sobre la enfermedad de su madre. De hecho nadie de la universidad lo sabía. No se avergonzaba de ello. Creía que podía solucionarlo sin ninguna ayuda. Por algo era estudiante de Psicología. No quería cargar el problema de su madre a otra persona fuera de su ámbito familiar. El único que sí se preocupaba por la salud de su cuñada era su tío Itachi. Desde el fallecimiento de su hermano, las visitaba siempre que podía, por lo menos los fines de semana. Era una forma de recompensarlas por lo que había ocurrido con su hermano.

En Secreto  (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora