Parte Dos : Intento

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Estaba concentrado en sus apuntes. Mientras más leía sobre Teoría Sociológica, menos entendía lo que había sucedido en la fiesta. Recordaba el modo en que sus cabellos caían sobre sus hombros, su vestimenta y el modo en que su tono de voz se elevaba a contestar sus preguntas incómodas. Recordaba el sabor de la bebida amarga que bebieron y los grillos que cantaban a sus espaldas. Todo eso y en especial sus hermosos ojos negros. Eran dos perlas negras que transmitían tantas cosas inexplicables en su corazón.

¿Podía ser posible que esa chica...?

—Oye, llamando a tierra Boruto—la voz irritable del Nara lo sacó de sus pensamientos. Levantó la mirada desorbitado y por culpa de eso casi vuelca el contenido del café en sus apuntes. El pelinegro lo miró desconcertado—. No me digas que finalmente las chicas llamaron tu atención. Porque déjame decirte que es todo un logro. Claro en comparación conmigo—concluyó con un ademán—. Solo...—suspiró angustiado.

—¿Qué?—reaccionó de golpe y sus mejillas se tiñeron de carmín. Azotó los apuntes sobre su rostro—. ¡No es lo que crees! Solo es una estudiante de Psicología que...

—Oh, hasta memorizó la carrera—apresuró en tono burlón Kawaki.

Boruto hizo un puchero.

—¡Cállate imbécil!

Debido a la vergüenza desvió la mirada hacia un costado. No quería contarle a sus amigos cómo le había ido con un fallido intento de conquista. Ni siquiera había sido eso. Estaba incursionando la zona. ¿Sarada sería una mujer ideal para él? No estaba seguro. Sus nervios salían a flote y todavía no lograba entablar más de un diálogo coherente. Aquella noche la había considerado un fracaso. Porque al final terminó huyendo antes de que comenzara lo más importante.

Su próxima clase sería en quince minutos y tenía que llegar antes porque le tocaba colocar el proyector en la sala. Lo haría en compañía de sus amigos, pero como siempre, lo dejaban haciendo todo solo. Odiaba eso. Eran los primeros en quejarse en su falta de socialización así como lo eran también para dejarlo solo en situaciones incómodas.

Un golpeteo lo sacó de sus pensamientos por segunda vez. No iba a levantar la mirada hasta que escuchó la voz. ¿Por qué ahora?

—Disculpa, ¿sabes si en esta aula se dictarán las clases de Problemas Epistemológicos?—era una bonita chica. Lo admitía. Y no...como siempre, lo arruinaba.

Boruto no respondía. No podía si quiera articular las palabras en su lengua. Su vista se nubló por unos segundos y la chica comenzó a impacientarse. Lo notó intranquilo. Eso era obvio. ¿Cómo no? Se quedó en silencio con la cabeza gacha.

Pensará que soy un idiota. Se reprochó. Frunció sus labios en intento de recuperar el aliento y antes de que pudiera decir algo, alguien más lo hizo por él:

—En la siguiente sala—era Mitsuki.

—Oh, gracias—repuso en una sonrisa y se retiró.

Boruto sintió que su alma volvió a su cuerpo. ¿Por qué siempre le pasaba lo mismo? Lo odiaba. Muchísimo. Masculló para adentro. Bajó la mirada angustiado.

—No debiste hacerlo—soltó de golpe el rubio. Parecía molesto.

—Solo te ayudé. Vi que...

—¡No!—exasperó—. Necesito hacerlo. Algún día deberé hacerlo. Y estoy...—tragó pesado recordando la charla—. Estoy trabajando en eso.

Y sin decir nada más salió corriendo del salón. No le había molestado que contestara en su lugar, tan solo le hubiera gustado hacerlo sin su ayuda y no, Mitsuki quería ayudarlo. A veces sentía que así jamás avanzaría. Los recuerdos de la fiesta vinieron a su mente:

En Secreto  (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora