Parte Doce : Vulnerable

846 78 33
                                    

Los primeros rayos del sol pegaron por la ventana bien temprano en la mañana. Era inevitable no despertarse debido a eso. Por lo que la Uchiha despegó los ojos y al abrirlos por completo se desperezó ya sentada sobre la orilla de su cama. Era una litera más bien. Sarada casi olvida que dormía en la parte de arriba y antes de saltar, buscó las escaleras de madera. Bajó por ellas y se aseó. Al terminar de peinarse y cepillarse sus dientes, atravesó la sala, no sin antes contemplar el paisaje del lago por la ventana. Fue entonces cuando lo vio escabullirse. Parpadeó confundida.

—¿Boruto...?

Y claro, sus costumbres eran imposibles de cambiarlas, necesitaba correr como lo hacía todos los días. Sonrió y decidió bajar para acompañarlo. Bajó las escaleras y salió de la cabaña al mismo tiempo para reunirse a su lado. Eso provocó que el rubio se sobresaltara. No esperó que lo tomara por sorpresa. Ella rio por su reacción y el chico contrajo una mueca de espanto.

—Vaya, ¿qué haces tan temprano?

—Lo mismo me pregunto—apresuró a decir la Uchiha.

—Quería despejarme antes de que todos despierten—respondió mientras estiraba sus brazos hacia los costados.

—¿Puedo acompañarte?

Boruto la miró por unos instantes. Incluso por la mañana lucía tan espléndida. Su cabello brillaba y sus ojos aún más. Todavía recordaba el día anterior. Le apenaba saber que lo había visto semidesnudo. No era extraño. Pero para él era muy vergonzoso. Musitó asintiendo con la cabeza concediéndole la compañía.

—De acuerdo.

- - - -

La ventaja de correr bien temprano por la mañana era que el desayuno empezaba a las nueve y hasta entonces todos estarían durmiendo. ¿Y quién no? Sabiendo la fiesta que se había armado la noche anterior. Esa fogata fue la razón por la que muchos cayeron del sueño como moscas. Corrieron rodeando el lago y en los primeros metros se quedaron en silencio.

Siguieron conversando sobre otros asuntos. Boruto le contó sobre su hermana y sus padres. Ahora deseaba conocerlos. Así que le prometió que cuando regresaran, se los presentaría, pues era posible que Himawari viniera a visitarlos al menos unos días. Sarada se escuchó atentamente su relato y se asombró al ver que el chico se abría un poco más. Era algo muy bueno. Sonrió mientras asentía en cada uno de sus relatos.

Rodearon una parte del lago y al ver que habían dejado atrás las cabañas, visualizaron unas canoas que estaban disponibles para ellos, la pelinegra tuvo una grandiosa idea y enseguida corrió hasta el dueño de los botes. Boruto la miró perplejo. ¿Qué pretendía? Segundos después regresó con él insinuando una sonrisa pícara.

—¿Quieres pasear en canoa?

—¿Qué...?—Boruto sintió sus mejillas arder—. ¿Tu y yo?

—Pues claro, ¿quién más?—respondió con obviedad.

El rubio miró las canoas. No era una mala idea. De hecho podía sonar hasta romántico. ¿Romántico? De ningún modo. No tenían ese tipo de relación. Tampoco quería rechazar su invitación. Todavía tenían dos horas más hasta el desayuno. Miró de nuevo a la pelinegra, quien estaba expectante a su respuesta, él asintió enérgico. El señor de las canoas les entregó los chalecos salvavidas y luego se acomodaron, enfrentados. Su corazón bombeó con fuerza. Está vez sí estarían solos.

Lo peor de todo, es que nunca se habían subido a una canoa, por lo que intentaron entender el procedimiento de los remos. Giraban de un lado a otro moviendo el bote con la intención de avanzar en línea recta. Estuvieron lidiando con eso unos minutos hasta encontrarle la vuelta. Sarada aprendía más rápido. Eso era admirable, pensó el Uzumaki.

En Secreto  (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora