Parte Catorce : Fragmentos

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ACLARACIÓN: Puede tener escenas fuertes


Existe una parte de nuestro cerebro que almacena

los momentos más alegres y tristes de nuestra vida.

Yo los llamo fragmentos...

Pues, eso es lo que son, solo partes difuminadas en nuestro inmensa memoria.

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Los recuerdos se arremolinaron en su mente. Apenas podía procesarlos con cuidado. Parecían difuminados. No estaban claros y tampoco quería contar a medias lo sucedido. Sabía que no lo juzgaría y aún así, sintió temor, prejuicio. ¿Qué le podría decir? ¿Era correcto contarle todos los detalles? No quería traerlos al presente. De ninguna manera. Sin embargo, buscó valor y poco a poco, mientras fueron apareciendo, los fue narrando. Itachi lo escuchó sin interrupciones innecesarias. De ese modo podía abrirse más.

—Mi prima y yo siempre fuimos muy unidos—empezó mientras su voz temblaba—. Ella me lleva unos cinco años. Siempre pensé que tenía preferencia conmigo porque era uno de sus primos favoritos.

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Recordaba su cumpleaños número once, su padre no había podido asistir por trabajo como de costumbre y su madre se ocupaba de los preparativos para recibir al resto de la familia. Estaban solos en la sala y su prima lo miraba con ojos extraños. No era afecto. Era un intento de seducción. Solo a que a su edad, no lo percibía de ese modo, pensaba que era su manera de ser. Qué ingenuo había sido y en especial cuando ella le decía que solo era un juego.

Es nuestro secreto de cumpleaños—sobornó en una sonrisa.

Hisuna se acercó y se sentó a su lado, con una mano acarició sus mejillas y con la otra buscó rozar sus manos. Boruto no entendía qué pasaba. Se sentía confundido.

¿Cuál secreto?

Es tu regalo.

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—¿Regalo?—preguntó Itachi.

—Sí—tragó pesado. Todavía recordaba las horribles sensaciones—. Lo hacía siempre que venía a visitarnos.

—¿Qué hacía?

Boruto apartó la mirada hacia la fogata. Sus manos comenzaron a sudar y sus palpitaciones se aceleraron. Sentía miedo de continuar con el relato, aún así, se armó en valor y siguió. Alguien necesitaba saberlo y quería estar protegido por un adulto por primera vez.

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Lo guió hasta su habitación y apagó las luces. Boruto no entendía por qué lo hacía. Imaginaba que era una sorpresa y que algo aparecería de la nada. Como si fuera magia. Vaya, inocente era. ¿Quién podría imaginar que su prima tuviera esos enfermos pensamientos? En aquel entonces, no se daba cuenta que no era algo bueno. Sus palabras eran suficientes para entender que no hacía nada malo.

Debes estar listo, Boruto—explicó.

No podía verla. La escuchaba a unos pasos hasta que sintió que unió sus manos con las suyas y se agachó a su lado. No tardó en darse cuenta que sus manos estaban rozando piel, su piel, sus senos. ¿Por qué le hacía hacer eso? No entendía y aunque no quisiera, ella forcejeaba para que lo hiciera. Para que se deslizara por ella, mientras ella disfrutaba de lo que ocurría.

En Secreto  (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora